Un dilecto amigo se acaba de retirar de la empresa en la que laburo medio siglo y está -según él- desempleado, aunque con más trabajo que antes.

Dice que lo mejor de su nueva vida es que mando a la mismísima m... a las corbatas que lució primorosamente de lunes a viernes durante once mil días, si las matemáticas no me fallan.

Su nueva vida le ha significado un nuevo look más descomplicado y casual -como dicen ahora- en el que no caben las corbatas que luciera de manera impecable durante todo ese largo lapso.

Lo anterior significa que en su vestier reposan ya casi un centenar de estos adminículos que los tiene seleccionados según los colores, la ocasión y, viviendo el sueño de los justos, como una docena sin estrenar y que iba sacando de a una por mes.

No me vuelvo a encorbatar nunca, me dijo el viernes pasado en mangas de camisa. Ya hasta a los entierros se va de sport así como a las bodas, bautismos, cabos de año, condecoraciones e imposición de las Cruces de Boyacá y grados Honoris y horrores Causa.

Contadas con los dedos de la mano de un manco, las empresas que su código de bestiario, perdón, vestuario así lo disponen y pare de contar. Es que ni el saco informal ni los recurrentes blazer tienen los seguidores de antes.

Recuerdo, por ejemplo, las chaquetas gallinetas, pintas obligadas con pañuelitos que le hacían juego a las telas.

Ahora las bodas —y llevo diciéndolo hasta el cansancio— son con toda la etiqueta para las mujeres y los hombres con guayaberas de un lino tan ordinario que se arrugan con solo verlas. Ah, y además, insisto sin medias pero con la pierna afeitada.

En día pasado asistí a una ceremonia de aniversario a las 5:00 de la tarde; la iglesia estaba a reventar y solo una persona, una, llevaba saco y corbata y solo otra con un ya mencionado blazer.

El resto con mangas de camisa y hasta con irrespetuosos jeans y rematados con lo que conocimos como tenis Croydon blancos.

Yo rengo unas pocas corbatas que van desde Aristón hasta las Hermes y estoy dispuesto a regalárselas al mejor postor -ojo no Pastor- y que no sea un vendedor de Biblias ni un sepulturero de esos que se ponen las Ferragamo que lucen los precremados a los que, además, les roban las calzas de la dentadura antes de achicharrarlos en el rotizador.

El hecho es que nos costeñizamos o mejor nos corroncheamos sin la gracia de los hermanos caribeños, de lejos más elegantes que nosotros que creemos que la chancleta plástica, la pantaloneta a mitad de nalga y la camiseta esqueleto con los pelos de la chucha al aire, combinan con las desafiantes cuatro por cuatro negras con llantas balón.

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Posdata: O nos unimos o nos hundimos y nos jodimos.

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Posdata 2: Hablemos bien de Cali, ve.

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Posdata 3. Excelente la iniciativa del expresidente Uribe de que en su lista para el senado del Centro Democrático este su nombre en el puesto 25. Garantizo que sacará 30 senadores.