El Gobierno de Estados Unidos le quitó la certificación a Colombia en su lucha contra el narcotráfico. La razón es que el país “ha fallado de manera demostrable durante los últimos 12 meses, tanto en cumplir con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales de lucha contra el narcotráfico como en tomar las medidas requeridas”.
Bajo la presidencia de Petro, el cultivo y la producción de cocaína han alcanzado cifras sin precedentes. En el comunicado emitido desde Washington se informa que la descertificación impuesta por Estados Unidos se debe a que Donald Trump consideró incumplidos los compromisos en la lucha antinarcóticos. También se consideraron los intentos fallidos del gobierno de Petro de buscar acuerdos con narcotraficantes y terroristas y la no extradición de criminales.
Tras la descertificación impuesta por Estados Unidos, el gobierno de Trump dejó abierta la puerta a una posible revisión de la medida, la cual estaría supeditada a la implementación de “acciones más agresivas” para erradicar las matas de coca, como la fumigación con glifosato y una mayor colaboración con la extradición de guerrilleros y delincuentes.
Los colombianos debemos rechazar las declaraciones de Petro en contra del gobierno de Estados Unidos, tras la descertificación del país en su batalla contra las drogas. Sus palabras no reflejan la postura de la mayoría del pueblo colombiano que, por el contrario, apoya medidas más duras contra el narcotráfico. No podemos resignarnos a permitir que los cultivos de coca se acerquen a las 300.000 hectáreas, ni a ver cómo se fortalecen los grupos armados ante la inacción del gobierno.
Frente al narcotráfico, el gobierno de Petro partió de la base de abandonar la sustitución de cultivos ilícitos y de pedir la supresión de órdenes de captura de narcotraficantes, algunos con solicitud de extradición. Fuimos descertificados por la inoperancia y por no hacer suficientes esfuerzos en la lucha antidrogas.
El año pasado la erradicación forzada apenas se acercó a las 10.000 hectáreas frente a una extensión de coca superior a 253.000 hectáreas detectadas para 2023. Es enorme el protagonismo de Colombia en el mercado ilícito, ocupando dos tercios, 67 %, de la torta global de 376.000 hectáreas. Así mismo, la productividad, o sea las toneladas de cocaína que se pueden obtener de esas matas, se incrementó como nunca antes. Esta cocaína adicional es la que está inundando los mercados mundiales.
La aspersión aérea, un arma de los gobiernos durante muchos años, trajo consigo logros importantes en cuanto a la disminución de las hectáreas sembradas de coca. Dada la realidad de lo que pasa hoy en el país, es necesario acudir al glifosato bajo los más estrictos protocolos que eviten daños colaterales a la salud y al ambiente. El gobierno no puede prescindir de su uso en esta coyuntura. Debe ser un componente más de su política de reducir los cultivos de coca.
A diez años de la suspensión de la fumigación aérea contra las matas de coca y ante la descertificación de Estados Unidos por los malos resultados de la lucha contra el narcotráfico, el país no puede seguir sin una ruta clara, más cuando sigue siendo el principal productor de cocaína del mundo. La decisión de Trump es ante todo un cuestionamiento al gobierno de Petro que ha fracasado en su política de combatir el narcotráfico.