Con frecuencia me preguntan: ¿Bueno, usted sigue siendo católico? Mi respuesta es: Sí y no.

Sí porque trato de centrar mi vida en Dios y en el amor, y eso fue lo que Jesús vino a vivir y enseñar.

No si eso significa aprobar todo lo que ordena el Vaticano y tantas condiciones y normas eclesiales.

Me interesa sobremanera estar con el Padre y llenar mi vida de servicio generoso.

No me inquieta esa pregunta que desvela a otros, aunque valoro lo bueno de todos los credos.

Dejé hace años el sacerdocio al ver la fe con otros ojos y entender que Dios está más allá de las religiones.

Sueño viendo un cristiano que ora con el Corán, un musulmán disfrutando el Tao y un budista feliz con la Biblia.

Un simple sueño ya que ser religioso es, a veces, excluir, juzgar y creerse dueño de la verdad.