La lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos no está marcada ya por las grandes marchas afroamericanas en Alabama, ni los enfrentamientos en Kent, o los actos de desobediencia civil de Iroqueses, Sioux, Black Feets, Dakotas o Seminoles. También hoy, los debates son librados por activistas del lado de las comunidades homosexuales, quienes por mucho tiempo reclamaron derechos tales como el matrimonio y la libre adopción.
Particularmente en California, Nueva York y todos los estados de la unión, centenares marcharon por el derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo, hasta una decisión de la Corte Suprema en 2015 que legalizó estas uniones en todo el territorio de esta parte de Norteamérica. Las bodas imitan las ceremonias heterosexuales, y dentro de los derechos que se perseguían estaban condiciones de viudez, patrimonios de sucesión, protección en salud, etcétera.
Al igual que las parejas tradicionales, homosexuales y lesbianas en los Estados Unidos querían alcanzar las garantías de la seguridad social, seguro de desempleo y otras gabelas del sistema.
El Papa Juan Pablo II se convirtió en ‘impopular’ para la comunidad gay del mundo, cuando expresó abiertamente su defensa del dogma, en lo que tiene que ver con una condena a la sodomía, la cual echa sus raíces en la Biblia.
Según el texto sagrado, la región conocida como Sodoma y Gomorra, estuvo por mucho tiempo de espaldas a Dios, pues fue ahí, donde se dio inicio a las relaciones homosexuales; hombres con hombres, mujeres con mujeres. La denominación ‘lesbiana’, proviene de la isla de Lesbos, en Grecia, donde, de acuerdo al mito, se iniciaron las tratas de amor entre mujeres.
Para la Iglesia Católica, defender el Antiguo y Nuevo Testamento, se convirtió a fines del Siglo XX e inicios del XXI en un verdadero dolor de cabeza, pues a lo largo y ancho del mundo se conocieron –y continúan conociéndose- los casos de sodomía y pedofilia dentro de la Iglesia. No obstante el perdón que solicitó el Papa en su momento, para el Vaticano esa crisis fue una de las peores de su historia; por un lado, se afirmaba en la condena a la homosexualidad, y por el otro debía aceptar el castigo a sus propias ovejas descarriadas.
España, Costa Rica, Holanda y Bélgica, son países donde parejas del mismo sexo pueden contraer nupcias; Costa Rica, en Centroamérica, se convirtió de pronto en un ‘Gay Paradise’, con página web y demás, donde es posible contratar expertos que se encargan de los pormenores de ley, arreglos con juez costarricence, hoteles, cenas, flores, serenatas, ‘cake’ y todos los detalles de una luna de miel. También en el ciberespacio, los homosexuales encuentran infinidad de productos, regalos, anillos de boda y demás, en la página ‘Pink products’.
Aunque la ley en general fue refractaria para admitir las uniones homosexuales en los Estados Unidos –recuérdense las protestas en California y las alocuciones del presidente Bush en contra de ellas- en todos los estados de la Unión se libraron verdaderas batallas jurídicas para alcanzar el derecho al matrimonio. Uno de los mayores apoyos que recibió la comunidad homosexual en Estados Unidos, vino del alcalde de Denver, John Hickenlooper, quien se unió a unos 2000 homosexuales que protestaban en las escalinatas de su despacho, para decir que no era legal “admitir que un matrimonio debe ser solo entre un hombre y una mujer”. Hickenlooper decidió que ello era discriminatorio “dentro de una verdadera democracia”, y que las nupcias de homosexuales no van a afectar “en absoluto la santidad del matrimonio”.