Recientemente, el gobierno del presidente Iván Duque celebraba el hecho de que Colombia fuese el único país de la región que creciera por encima del 3%. Pero si bien este logro es importante, el enfoque del gobierno debería ser establecer qué factor impulsa este crecimiento: si se trata de la productividad o el número de trabajadores que entran al mercado laboral.

El crecimiento económico de un país puede ser impulsado, principalmente, por dos factores: un aumento en la productividad por trabajador, o un aumento demográfico que hace que más personas jóvenes entren al mercado laboral. De estos dos, el factor que verdaderamente cambia e impulsa el desarrollo de un país es el aumento de la productividad.

Los Estados, para poder aumentar su crecimiento económico, deben invertir en el desarrollo y el aumento de su capital humano y físico, y mientras el humano requiere altos índices de natalidad, el físico requiere una inversión en innovación e investigación. Dentro de la innovación, se entiende que se deben disminuir los costos de transporte y producción, lo cual incluye la construcción de calles, acueductos, vías férreas, puertos, entre otros, que hagan que el acceso a distintos capitales sea más fácil. De lo contrario, los países dependerán de que la tasa de natalidad de un país, o una región, permanezca por encima de 2,1, que se considera la tasa de reemplazo poblacional. Apuntarle a un crecimiento basado en el aumento poblacional es una peligrosa apuesta para el futuro de Colombia.

A nivel regional, esta tasa ha venido cayendo. En el año 2000, esta se encontraba en 2,64, en el 2015 estaba en 2,09 y se estima que en el 2050 este en 1,77. Lo cual indica que aumentar la productividad en Colombia, y la región, es lo que hará que aumente -o se mantenga- un crecimiento económico estable.

Entre el 2000-2016, según el Instituto Global de McKinsey, el crecimiento del PIB en América Latina fue de 2,8%, comparado al 4,8% de 56 mercados emergentes, sin incluir a China. Sin embargo, el crecimiento de la región fue impulsado principalmente por un crecimiento demográfico, responsable por casi tres cuartos del crecimiento. Por su parte, el crecimiento de la productividad aportó alrededor de un cuarto del crecimiento económico de la región. En otras palabras, la cantidad de los trabajadores representó el 2% y la productividad el 0,8% del crecimiento regional. Estos datos son preocupantes.

Mientras que en la región el crecimiento de la productividad no influyó de manera determinante en el crecimiento del PIB, en Asia la productividad fue responsable por el 86% del crecimiento, que además en promedio fue de 7%. De esta manera, la productividad representó el 6,1%, y el crecimiento poblacional el 0,9%. Esto indica que Asia no depende de tener un alto número de índice de natalidad para crecer, dado que la inversión en innovación e investigación, al igual que en puertos, vías férreas, calles, entre otras, han disminuido los costos de producción, y han aumentado la productividad por trabajador.

Por su parte Colombia, que creció en promedio 4,3% entre el 2000 y 2015, sólo aumentó su productividad en un 32%. En otras palabras, esta forma de crecimiento fue responsable por un 1,4% del 4,3% total. En este orden de ideas, si se tiene en cuenta que la tasa de natalidad en Colombia está disminuyendo y cada vez entran menos jóvenes al mercado laboral, el crecimiento económico del país, según McKinsey, sería en promedio de 2,1% entre el 2015-2030. Aunado a esto, según el Informe Nacional de Competitividad del Consejo Privado de Competitividad, Colombia es hoy en día 16,6% menos productiva que en el año 2000.

Por consiguiente, aunque el gobierno del presidente Duque celebre un crecimiento por encima del 3%, su enfoque debería centrarse en implementar proyectos, a lo largo y ancho del país, que aumenten la productividad de los trabajadores. De lo contrario, Colombia estará condenada a que su crecimiento sea impulsado por un crecimiento demográfico y no productivo.

Sigue en Twitter @Mariocarvajal9C