Los procesos de diálogo en la ciudad, tan necesarios para comprendernos y buscar consensos de transformación, hay que seguir propiciándolos y cuidándolos. Hay que evitar que malentendidos bloqueen la posibilidad de que la palabra circule. La apertura a la voz del otro, la capacidad de escucha del que piensa diferente, el esfuerzo para construir conjuntamente con otros diversos, y especialmente, tener la disposición de cambiar al oír a los otros, nos permitirá la reconstrucción de la confianza para relanzar el trabajo colaborativo. En este proceso será fundamental que logremos articular inteligente y generosamente cuatro grandes motores: la Institucionalidad local, el empresariado, las organizaciones sociales y la academia. No puede faltar ninguno. Todos son fundamentales. Y para este trabajo es esencial tener un gran faro. Un gran propósito superior para nuestra ciudad, que nos anime a todos y que nos jalone a dar lo mejor de nosotros.

El empresario Fernando Otoya ha propuesto que aprovechemos el camino hacia los 500 años de la ciudad, que nos restan como 15 años, de ventana temporal. Esta sería una excelente excusa para que tengamos un Pacto de Ciudad, que nos trace unas metas bien ambiciosas y que tengan al Bien Común como alma. Y que a la vez sirva de gran autopista para los gobiernos y para la articulación de los cuatro sectores en pro de la ciudad. Qué bueno que las fuerzas vivas de la ciudad tomen conciencia de la necesidad de sumar y multiplicar, y dejar de lado la resta y la división social. Es hora de las grandes responsabilidades sociales de todos los actores, no es el momento para calcular individual ni grupalmente los intereses particulares. Es complicado hacer este ejercicio en medio de una contienda electoral como la que estamos ya comenzando a vivir. Pero si todos asumimos nuestras responsabilidades históricas lo podremos hacer.

Ejercicios ciudadanos como el que realizaron una serie de entidades para hacer una relectura de lo que hemos vivido como respuesta a la sensible situación social de la ciudad, pueden ser, además de sanadores, una dinámica que nos lleve a la construcción de los grandes consensos. También nos pueden ayudar a sentir y reconocer en los otros el aporte que todos podemos hacer para transformar la realidad. Ver las acciones que desde muchos frentes se vienen haciendo, desde la Iglesia Arquidiocesana con el Banco de Alimentos, los empresarios a través de Compromiso Valle liderado por ProPacífico y Compromiso Rural liderado por Asocaña, las múltiples acciones que las Universidades vienen realizando en distintos puntos de la ciudad, la dinámica de muchas organizaciones sociales que de manera silenciosa tejen día y noche solidaridad, o planes como el de Todos y Todas a estudiar de la Alcaldía con un compromiso de largo plazo, muestran una Cali resiliente y generosa, que debe animar a los que todavía están de espectadores o de escépticos, para que se unan con decisión, inteligencia, creatividad y generosidad.

Conversemos, consensuemos y comprometámonos. Esta debe ser la consigna para construir entre todos. Prendamos entre todos los cuatro motores, y muy especialmente construyamos un ambiente positivo, de reconocimiento mutuo. Así, daremos saltos muy fructíferos, para que el cumpleaños número 500 de nuestra querida Cali sea con un balance de bienestar para todos.

*Rector Universidad Javeriana Cali

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