La arquitectura colonial, junto con la de tradición colonial, desaparece en Colombia todos los días ante la falta de un oportuno control por parte de las Autoridades, y con ella la ciudad tradicional, a pesar de que es, con la lengua y la religión, lo más antiguo, extendido, destacado y característico de estas. El caso es que la arquitectura de origen hispanomusulmán vincula, de manera ineludible y visible, a casi todo el continente americano con la Península Ibérica. Arquitectura difundida, junto con su lengua oficial, por el Imperio Español, como lo dijo hace varios años Fernando Chueca Goitia (Invariantes castizos de la Arquitectura Española. Invariantes en la Arquitectura Hispanoamericana, 1979).

En la tercera década del Siglo XXI, ya cerca de 800 millones de personas, o sea el 10 % de la población mundial, utilizan el español, ya la segunda lengua más hablada en el mundo, en 21 países en los que es la lengua oficial, o sea más del 10 % de los 193 que conforman la ONU, la gran mayoría de ellos en América, principalmente en el centro y al sur del continente y, en el norte, ya el 18 % de los habitantes de Estados Unidos la hablan; y hay otros países en que todos la utilizan aunque no sea la lengua oficial, como en Andorra, e incluso en Oceanía, igual que en otros en Europa y África. Y todos estos países cuentan, en mayor o menor grado, con diversas influencias hispanomusulmanas en su arquitectura.

En la arquitectura su predominio es similar a: ‘El poder de las palabras’ como titula su libro Mariano Sigman (2022) y una lengua tradicional de la que trata el libro de Pedro Baños (Geohispanidad / La potencia hispana en el nuevo orden geopolítico, 2024) una defensa del poder hispano en el área geopolítica mundial, en donde invita a toda la comunidad hispana a unir fuerzas para afrontar, en posición ventajosa, el cambio de paradigma geopolítico y los desafíos de la reconfiguración de poderes en el contexto mundial de las próximas décadas. Además, aclara, con datos verificables, la historia del Nuevo Mundo, desde su descubrimiento por los españoles, en contra de lo dicho por la Leyenda Negra.

Además, ya en el Siglo XXI, la mayoría de los actuales habitantes de Iberoamérica no son descendientes ‘puros’ de los indígenas que poblaban estas tierras ni de los esclavos negros que después trajeron los españoles; y son el mestizaje entre todos, el cual es cada vez mayor. Como lo expone Néstor García Canclini (Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad 1990) ahora somos mestizos de indígenas, europeos y africanos del Magreb como del África central; los que además unidos por climas, vegetaciones, valles, sabanas, y una larga cordillera, que determinan paisajes, tradiciones y costumbres; y con apenas dos lenguas “hermanas” y una sola arquitectura de origen hispanomusulmán, constituyen la base en la que estriba el cambio de paradigma en todo el continente americano.

La multietnicidad y el plurilingüismo suelen ser inevitables, señala Eric Hobsbawm, (Sobre la historia, 2021) pero este último no aplica en Iberoamérica, en que tras cinco siglos, en el XXI solo se habla español o Portugués y el uso cotidiano de lenguas indígenas es cada vez menor, las que hay que estudiar y registrar antes de que desaparezcan. Y con respecto a la multietnicidad, la gran mayoría son mestizos de ‘amarillos’, ‘blancos’ y ‘negros’, en orden de su llegada al Nuevo Mundo; todos compartiendo variaciones de una arquitectura tradicional de origen hispanomusulmán, cuyos muchos aciertos en tanto emplazamiento, función, construcción y forma, una nueva arquitectura regionalista y regenerativa debe reinterpretar.