La vida nos pone frente a etapas que antes se vivían en silencio y con pudor, pero que hoy se entienden de otra manera. La menopausia es una de ellas: un revolcón en el cuerpo y en la rutina, que trae consigo sofocos repentinos, cambios de humor, olvidos inoportunos, noches de insomnio y la paulatina despedida de la menstruación. Lo inevitable se convierte en aprendizaje, y lo incómodo en oportunidad de reinventarse.
El abanico ya no es accesorio, es una extensión de la mano, porque una nunca sabe si en cinco minutos estará en modo volcán o en plena era de hielo. La noche se convierte en una coreografía de cobija arriba, cobija abajo, mientras el cuerpo se atempera. Al final, todo se sobrevive con humor y mucha actitud.
Por fortuna, las resignificaciones del Siglo XXI han traído consigo una mirada distinta para desafiar lo que antes resultaba insoportable. Hoy, quienes transitan por esta etapa desafían su ‘inclemencia’ en reuniones de complicidad, donde cuentan anécdotas, encuentran puntos en común y hasta recetas mágicas para sobrellevarla.
Son otros tiempos, sin duda. La mayoría de mujeres que viven la menopausia —o ya la atravesaron— son más resueltas y lograron construir sus propias historias de vida. Algo que para muchas de sus antecesoras hubiese sido un lujo, atrapadas en sobrecargas domésticas y vistas como ancianas prematuras, a costa de los prejuicios.
Las menopáusicas ahora son desafiantes, capaces de reírse de sí mismas y de socializar lo que en décadas pasadas hubiera sido un secreto. Las brujas con las que se les comparó siglos atrás hoy les regalan sus conjuros para no dejarse amedrentar. La rebeldía y resolución de la juventud reaparece en la llamada “juventud de la vejez”, como se suele etiquetar a los cincuenta y alrededores. Y ver a muchas contemporáneas lucir la belleza y la experiencia con orgullo y altivez resulta inspirador.
Esa nueva actitud no se queda en lo íntimo: ha dado paso a una cultura que se cuenta y se celebra. Hay pódcast, obras de teatro, videos, memes y cientos de productos que hablan de lo que a ellas les ocurre, llenos de inteligencia e ingenio. Las periodistas María Elvira Samper y Yolanda Ruiz lo demuestran en su pódcast ¿Menopáusicas?, ¡y qué!, por el que han pasado tantas ‘tesas’ de nuestra realidad: arrolladoras e imparables, que no desconocen sus años a cuestas y los ven como millas a favor, con tantas horas de vuelo como experiencias vividas.
Esta semana pasaron por Cali Maru Yamayusa, Ana Cristina Botero y Paola Benjumea con el Show de las Menopáusicas, y con ellas la oportunidad de reír a carcajadas del incendio corporal, el sexo, el cansancio, los episodios de olvido (hoy me encontré con… ella, con la que fuimos a… bueno, ella les mandó saludos), los bailes imposibles, los requisitos para las parejas (seguro exequial, pensión, Sisbén Plus) y un aparte maravilloso dedicado al examen de la mamografía que no puede faltar a estas alturas.
En definitiva, la menopausia ya no es un cuarto oscuro que a muchas aterrorizaba; es, más bien, la excusa perfecta para reírnos de nosotras mismas. Porque si algo tenemos claro es que la vida no se detiene con la última regla: al contrario, empieza una versión más ligera, más auténtica y, muchas veces, más libre.
Y cuando aparezca el insomnio, la piel cambie y las hormonas armen un carnaval, habrá que recordarlo: la menopausia no nos apaga, nos enciende de manera más auténtica; nos devuelve más sabias, más fuertes y, sobre todo, más dueñas que nunca de nosotras mismas. @pagope