Tengo un amigo uribista por quien siento verdadero afecto que autoproclama su moderación en política, pero se apresta a votar por María Fernanda Cabal al Senado.
Al decirle que con esa intención de voto desvirtuaba su condición de moderado, porque esa aspirante es la máxima exponente de la derecha, me pidió que le explicara en qué consiste la tal derecha, a la que aludo con frecuencia en esta columna.
Más que darle una definición, le puse varios ejemplos, advirtiéndole que la derecha no tiene matices, como sí los tiene la izquierda, en la que caben desde la centro izquierda hasta el comunismo, en vía de extinción.
Derecha, querido amigo, es ‘sacar a la gente a votar berraca’ en el plebiscito de 2016, que pretendía refrendar el Acuerdo de Paz con las Farc, la guerrilla que puso en jaque al país por 50 años, y a la que ningún gobierno pudo derrotar militarmente. El líder de ese conato fue el expresidente Uribe, quien con base en infundios logró mayoría a favor del No, todo porque el artífice de ese pacto era alguien a quien él había declarado ‘persona no grata’, como se estila en las dictaduras: el presidente Santos.
Derecha es la actitud de Iván Duque, marioneta del jefe, que cubre su ineptitud mostrándose obsecuente cumplidor de los dictados que vienen de El Ubérrimo: “Hay que hacer trizas el Acuerdo”, y de entrada presentó objeciones a la JEP, en las que gastó, sin éxito, el primer año de su oscuro Gobierno.
Derecha es este mismo presidente, que violando la separación de los poderes públicos, salió a poner las manos en el fuego a favor de Uribe cuando la Sala de Instrucción Penal de la Corte Suprema de Justicia le dictó medida de aseguramiento.
Y ahora, con ocasión del fallo de la Corte Constitucional sobre la despenalización del aborto, energúmeno salta a los medios a decir que es inaudito que “cinco personas resuelvan que es lícito algo tan atroz”.
Eso es invasión del área de la Justicia, que él juró respetar el 7 de agosto de 2018. Y llamar despectivamente ‘personas’ a los magistrados es muestra palmaria de la pequeñez de su alma.
En esa misma vía, derecha es la perorata de David Barguil, precandidato conservador, quien con gesto adolorido y mirando al cielo promete que al día siguiente de su posesión radicará en el Congreso un proyecto de ley convocante de un referendo para ‘tumbar’ la sentencia de la Corte Constitucional. Ignoro si el señor Barguil es abogado de la Sergio Arboleda, pero debe saber que una providencia del máximo tribunal que resuelve una tutela no puede anularse por un referendo.
Increíble también lo de Óscar Iván Zuluaga, cada día más parecido a Bela Lugosi, el actor que interpretaba a Drácula y que yo temblaba de susto cuando hincaba sus colmillos en los nacarados cuellos de las chicas. El candidato del Centro Democrático vocifera que tan pronto asuma la presidencia viene a Cali a mandar a la mierda al alcalde Ospina. Quien debe ir al escatológico lugar es Zuluaga pues por presidente que llegue a ser, expulsar a las patadas a un alcalde elegido popularmente, es imposible. Derecha pura.
La cereza del pastel es la de un candidato a la Cámara por el Centro Democrático, de cuyo nombre no quiero acordarme porque sería rendirle homenaje a su estupidez, que sostiene que todos los colombianos que nos situamos en el centro del espectro político, somos comunistas. Exquisita derecha.
Por eso le digo a mí ‘moderado’ amigo: eso es derecha, viejo.