Una de las satisfacciones que da la política estriba en observar que algunas veces los buenos triunfan. Eso he sentido cuando un partido, de clara raigambre popular como el Cambio Radical, a cuya fundación asistí en Cali al lado de Germán Vargas Lleras y de mi inolvidable amigo Miguel Motoa Kuri, prematuramente retirado de la escena de la vida, le otorga a un joven como Carlos Fernando Motoa la cabeza de lista al Senado de la República.

Esa es una distinción y un reconocimiento a la labor constante que este ha venido adelantando con gran talento y capacidad de servicio a la República. Conserva la inteligencia de su padre, su honestidad y gran capacidad para sobresalir en el duro ejercicio de la labor parlamentaria. Estuvo un tiempo como presidente de la Comisión I de la Cámara alta, con brillantes intervenciones en la formación de leyes esenciales. Además, su voz se oye en las plenarias del Congreso, con la mesura propia de quien conoce el oficio, pero con la formación de los grandes oradores, hoy en día escasos y un tanto extraños al quehacer parlamentario.

Motoa ha estado en Cámara y Senado en varios períodos, destacándose por su brillantez. Carlos Fernando, además, era el nieto de mi profesor de derecho civil en la Universidad del Cauca, doctor Daniel Solarte Hurtado, también senador y gobernador del departamento. De él aprendí tantas cosas en mi formación intelectual, jurídica y personal, que lo recuerdo como mi gran guía espiritual.

A mi modo de ver, Carlos Motoa es una de las grandes figuras vallecaucanas que, por sí mismas, inducen a votar por lo que ellas significan. Sobre todo hoy, cuando atravesamos tan serios problemas de gobierno, con una perspectiva macabra hacia el futuro inmediato. Él es plenamente consciente de esos elementos objetivos en los que, a base de insidia y ambición, el gobierno petrista miente y golpea el erario público buscando comprar votos. Nada le importa incrementar los niveles de inflación o el aumento de la deuda pública. Tampoco significan nada al mandatario los problemas de la paz, que ha intentado sortear en su propio beneficio con alianzas indebidas y delictuosas, como la que lo ha vinculado con el general Juan Miguel Huertas y las guerrillas actuantes del terrible guerrillero de apodo Calarcá. Ni la moral personal, ni los escándalos sexuales de quien pasa una noche en París dizque ‘leyendo’ El Capital, con un actor porno que ahora mantiene como Ministro de la Igualdad y que se autodefine a sí mismo como una marica.

Ah, ese petrusco personaje que arrastra tanto peligro, y que además nos empuja hacia las situaciones abominables de los países que tienen que soportar un régimen comunista. Y a unas reformas tributarias que arruinarían la economía interna, si el Senado se las hubiere aprobado. Pérfido político el señor Petro, que aspira, con otro comunista de nombre Iván Cepeda Castro, camuflado de ese partido que oculta, a montar la dictadura del proletariado, a la que él mismo -Petro- volvería mediante una constituyente. Ese Cepeda, dizque en nombre de los derechos humanos, anduvo hasta en Estados Unidos comprando presos para que declararan contra el expresidente Álvaro Uribe, infamias de las cuales lo ha absuelto en una sesuda y ejemplar sentencia el Tribunal de Bogotá.

Pero el tal Petro sostiene que ha aumentado el empleo. ¡Vaya una ironía! Porque no dice que tal aumento ocurre en el empleo informal, a qué deben acudir aquellas gentes trabajadoras en medio del desespero de los sin trabajo, que han crecido, por cierto. Carlos Fernando Motoa marca un camino de honestidad, que seguiremos como parte de la lucha por la subsistencia, que demanda la unión de todos los demócratas, sin rencores pasados ni perspectivas vengativas, en un acto de conciencia pública.

Hay que emprender la batalla compleja de recomponer las cosas, sin la demagogia del discurso alimentado con tamales y fritangas que ofrece el señor Petro. Perdón, me equivoqué, quise decir el desgobierno actual, que amenaza con que todos los días que lleguen sean peores.

X: @BaronaMesa