Alfonso Cuéllar acaba de publicar un interesante libro sobre los 200 años de relaciones entre Colombia y Estados Unidos. Complementa muy bien el que, bajo la orientación del embajador Juan Carlos Pinzón, se publicó el año pasado con ocasión del Bicentenario de nuestras relaciones con Estados Unidos. Este último fue elaborado con la colaboración de varios especialistas, uno de ellos, el profesor canadiense Stephen Randall, autor de la biografía de Alfonso López Michelsen.

El libro de Cuéllar trae un prólogo del exembajador de Estados Unidos en Colombia Kevin Whitaker. Y me sorprendió que un exembajador prologara un libro de esta naturaleza, pero a lo largo de su lectura, constaté que Cuéllar había incorporado informaciones muy valiosas que no siempre están a mano. “Alfonso ha logrado transmitir el tono y la naturaleza de la relación examinando en detalle incidentes específicos y la narración animada por relatos en primera persona de muchos participantes”, dice el autorizado prologuista.

En realidad, Cuéllar hace un aporte valioso al recoger, como resultado de entrevistas personales, a expresidentes (Samper, Pastrana, Santos), a un buen número de embajadores americanos y a exembajadores colombianos (Luis Alberto Moreno, Francisco Santos, Luis Carlos Villegas), a excancilleres (Rodrigo Pardo y María Ángela Holguín). En todos los casos hay revelaciones que ayudan a entender aspectos difíciles de las relaciones Estados Unidos – Colombia. También hay alusiones al papel que jugaron García Márquez y el presidente Cardoso del Brasil en el complejo momento de las relaciones con el gobierno de Samper.

Cuéllar hace una detallada descripción de la excelente Misión Diplomática cumplida por el embajador Luis Alberto Moreno. Entre otras, la ingeniosa iniciativa de ofrecer clases de salsa para los Staffers. Y enaltece con justicia el excelente manejo que Andrés Pastrana como presidente puso en marcha para restablecer en los mejores términos la relación con Estados Unidos. Trae datos que me parecieron originales sobre lo que fue el proceso de elaboración del Plan Colombia. Con el mismo detalle presenta los altísimos elogios del presidente Bush (hijo) al presidente Uribe y a Colombia como los errores que se cometieron en el proceso electoral que llevó a la Presidencia a Biden, pero que desató preocupaciones en diferentes niveles del gobierno americano que tuvieron consecuencias. Muy original el recuento de la aprobación de Estados Unidos al ataque militar a Raúl Reyes y a la liberación de los americanos secuestrados y de Íngrid Betancourt, la llamada Operación Jaque. Y, también, es ilustrativa la descripción del proceso de involucramiento de Estados Unidos en las negociaciones con las Farc.
Útiles los detalles que ofrece sobre el interés de Trump en descertificar a Colombia.

Me complació coincidir en la apreciación de Cuéllar sobre el impacto del 11 de septiembre de 2001, el ataque a las Torres Gemelas, en el fortalecimiento de nuestras relaciones con Estados Unidos y lo que ello significó para el debilitamiento de paramilitares, Farc, etc., y para lo que el embajador Tambs, ya desde 1980, había denominado como narcoguerrilla. Ahora, narcoterrorismo. Ah, y el viacrucis del Tratado de Libre Comercio. Cuéllar concluye que esa es nuestra relación diplomática más importante y que sería “una miopía estratégica imperdonable” desconocerla.

Un buen consejo. Quienes participan en los Diálogos de Alto Nivel y en las Relaciones Bilaterales leerán con provecho este libro.