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Don Pedro

Creo que le hubiera encantado ocupar una alta posición política en Colombia. Y pienso que la tuvo cerca.

24 de febrero de 2023 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Multifacético. Comprometido a fondo con las tareas que asumía. Patriota, una categoría cada día más escasa. Ello quiere decir que le interesaba y mucho el éxito de sus empresas de desarrollo urbano, pero dedicaba tiempo y esfuerzos a la paz, o al arreglo de controversias internacionales como la que aún mantenemos con Venezuela.

Fue un negociador apreciado por las Farc-ep, que no se limitó a formar parte de un grupo, sino que se tomaba el trabajo de pensar una estrategia y buscarle viabilidad y hasta exponerla a la crítica académica.

La enumeración puede seguir. La educación le interesó en sus diversos niveles. Participaba igual como alto directivo en la Universidad de los Andes que en la Colegiatura de la Universidad del Rosario. Aquí sí se aplica el lema de esta venerable institución, Nova et Vetera, las cosas más nuevas y las más antiguas, El Rosario la universidad más antigua y Los Andes que apenas cumple 75 años, dos filosofías educativas bien diferentes, fuentes de inspiración muy lejanas, y ¡oh sorpresa! en ambas sirvió con especial lealtad a esas diferencias.

Abogado del Rosario y exparticipante en la segunda promoción del novedoso programa de Alta Gerencia de Uniandes, en su segunda promoción, al lado de Carlos Pacheco y otros. La carrera más tradicional y la formación más novedosa en los años 60 para empresarios que no habían tenido una experiencia académica que les permitiera gerenciar mejor sus emprendimientos. Y claro, la educación primaria, la secundaria y la noble tarea del maestro y la maestra, que le recordaban a su padre y, entonces, cómo estimularlos, cómo reconocerlos, cómo premiarlos. Es la tarea de la Fundación Compartir.

Y, acaso, ¿el tema de la justicia había desaparecido? Ahí estaba un esfuerzo quijotesco de Eduardo Aldana, el Instituto SER de investigaciones que convocó un excelente grupo de analistas algunos ajenos a la profesión jurídica que pusieron sus conocimientos al servicio de una mirada más rigurosa y creíble de la situación de la administración de justicia. Sobrevivió casi milagrosamente, porque los milagros son esporádicos y no permanentes. Pedro Gómez asumió la presidencia del Instituto y aportó visión, realismo, sentido gerencial... Pero ni así se logró el apoyo del gobierno o de las fundaciones para darle al instituto el vuelo que requería. Otra lucha, otra frustración.

Siempre con un alto sentido de la elegancia. La personal, la de sus conjuntos residenciales, la de su vivienda, la de su oficina. Como que excelencia y elegancia eran sus consignas de vida.

Creo que le hubiera encantado ocupar una alta posición política en Colombia. Y pienso que la tuvo cerca. No cristalizó. Pero igual continuó estas y otras tareas con mucho entusiasmo, superando siempre obstáculos y no durmiendo sobre los laureles conquistados. Los presidentes lo admiraron y más que hacerle honores le encargaban trabajos muy difíciles, como la reconstrucción de Armero o la presidencia de la Comisión Negociadora con Venezuela. Se desempeñó con máxima dedicación. Siempre ofreció mucho más que lo que se esperaba. Generosidad. Se llevó muchos secretos políticos.

Le interesaba todo y, particularmente, lo más difícil. Su empeño era el de lograr la excelencia. Y difundirla. Y sin jubilarse. Siempre listo y bien dispuesto. ¡Que orgullo para sus familiares!

Así eran los miembros de nuestra clase dirigente... hoy, ¿en vías de extinción?

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