En manos de los caleños está impedir que el Valle del Cauca vuelva a llevar a la Gobernación a la nefasta dupla Martínez-Abadía.Los Juan Carlos tienen bien aceitada la maquinaria del resto del departamento. Cuentan que ya les giraron su anticipo a los amigos que manejan alguno de los partidos de papel que crearon. Y que la promesa es que el dinero grueso lo recibirán cuando el títere que escogieron llegue a la Gobernación y acceda al manejo de los recursos de las regalías.Recursos a los que hace rato les puso el ojo el hombre que, según la revista Semana, dice que una Alcaldía deja más plata que un embarque. ¿Cuánto no dejará --pensará él-- una Gobernación que en cuatro años recibirá un billón y medio de pesos en regalías? Con ese ‘botín’ -al que hay que sumarle la licitación del chance– no sería necesario recurrir a un invento tan estrambótico como las vigencias futuras, que en buena hora echó para atrás Francisco Lourido, para conseguir los recursos que aceiten la poderosa maquinaria de los Juan Carlos.Como ambos están extraditados de la política y no pueden ser elegidos, ya escogieron a un lacayo que, en caso de llegar a la Gobernación, se encargará de aplicar el libreto que sus patrones le escriban. Al señor Useche no vale la pena gastarle mucha tinta. Él es un accidente, una pequeña ficha en el ajedrez político que manejan sus dos padrinos. Los votos propios de este gris ex secretario de Salud no le alcanzan ni para ser diputado de la Asamblea. Con él, Martínez y Abadía aspiran a reeditar lo que hicieron con Juan Carlos Risseto, honorable desconocido al que lograron llevar al Senado con una de las más altas votaciones de la región. Esa es la clase de candidatos que a ellos les gusta: tipos que tengan claro de quién son los votos y que por lo tanto acaten sin chistar todas las órdenes de sus patrones electorales.Pero, por fortuna, una cosa es la elección del Senado y otra la de la Gobernación. Para ganar la segunda se requieren por lo menos 500.000 votos. Y el voto de Cali, que en buena proporción es de opinión, es definitivo.Martínez y Abadía, a punta de vallas y encuestas prefabricadas tratan de crear la sensación de que la suerte está echada y que no hay nada que hacer para detener su maquinaria. El propósito es claro: desanimar al votante de opinión para que el 30 de octubre se abstenga de acudir a las urnas.Pero me temo que, como se dice en el póker, los JC están cañando con par jotas. Toda la plata del mundo no alcanza para comprar el electorado de la capital del Valle. Por ello, insisto, su maquiavélica estrategia consiste en lograr que participe en los comicios el menor número de caleños, para que sus votos de maquinaria les alcancen para elegir a Useche. Los caleños no podemos caer en esa trampa. La única forma de evitar el regreso de Martínez y Abadía a la Gobernación es votando masivamente por un candidato diferente al títere de la dupla siniestra. Que Homero y Ubeimar se unieran para enfrentar esa amenaza facilitaría las cosas. Pero como esa posibilidad se ve lejana lo único que queda es pedir que el día de elecciones ningún caleño se quede en su casa.Evitar que la plaga que amenaza al Valle arrase al departamento está en nuestras manos. No lo olvidemos.