El sargento de la Policía Luis Guillermo Martínez fue despedido en medio de una sublime ceremonia, adelantada este jueves festivo 25 de diciembre en el cementerio Los Laureles, ubicado al norte de la capital del Cauca.
Como bien lo relataron los amigos y compañeros de labores de este uniformado, el último adiós a este funcionario estuvo marcado por los recuerdos que dejó este funcionario, quien se destacó por su rectitud y disciplina a la hora de portar el verde oliva.
“Un joven que encarnaba en toda su totalidad el ser policía; en cada paso que dio siempre estuvo esa mística que irradiaba a la hora de cumplir con el deber; de eso me acuerdo desde que lo vi ingresar a nuestra institución, un joven alegre, enérgico, pero muy respetuoso y disciplinado; por eso llegó a donde llegó, porque su perseverancia y entrega a la hora de cumplir sus responsabilidades”, expresó Carlos Aguirre, un expolicía que laboró al lado de este joven.
Y es que esas cualidades permitieron a este joven, payanés de nacimiento, llegar hasta lo más alto de la carrera judicial, que fue integrar uno de los grupos operativos e investigativos más exigentes de la Sijín: Grate o la unidad especializada de la Policía Nacional, que se encarga de infiltrar y desarticular organizaciones criminales y terroristas.
“Qué muchacho para dar resultados, especialmente investigativos, con decirle que gran parte de los cabecillas de las antiguas Farc quedaron tras las rejas gracias al trabajo judicial adelantado por Martínez, y claro, como ese era su fuerte, sabía cómo se movían las disidencias de las Farc en esta parte del territorio, porque documentó muy bien su nacimiento y expansión”, agregaron compañeros de labores de este uniformado, quien fue masacrado en medio de un amplio operativo militar adelantado en la zona rural del municipio de Santander de Quilichao.
Esa pasión por documentar, recolectar información e investigar a los delincuentes le permitió integrar por varios años el grupo de la Sijín hasta ingresar a la Dijín, ganándose el respeto de sus compañeros, pero sobre todo el aprecio de muchos porque sabían que el talento y el conocimiento de Martínez les permitía estar seguros y tranquilos.
Por eso ese martes 23 de diciembre, este intendente y otros investigadores apoyaban los operativos que adelantó el Ejército contra el beligerante frente Jaime Martínez de las Farc en zona limítrofe de los municipios de Santander de Quilichao, Buenos Aires y Suárez, formándose entonces intensos combates que duraron todo el día.
“Martínez y el otro compañero terminaron emboscados cuando iban por uno de los dos objetivos de ese operativo; seguro los guerrilleros sabían de su importancia por su preparación judicial, de ahí que los atacaron sin piedad con ráfagas de fusil hasta obligarlos a descender de la camioneta en la que se movilizaba al momento del operativo”, agregaron los compañeros de labores al exponer que Martínez, en ese momento, ingresó corriendo a una de las viviendas del sector de Taminango para esconderse.
Sin embargo, los guerrilleros no le perdonaron, de ahí que lo siguieran hasta ingresar a la casa para después fusilar a este policía de 43 años de edad, quien desesperadamente buscaba escapar de esa emboscada.
“El compañero, un patrullero, lo que hizo fue esconderse entre la manigua, para así pedir ayuda; por eso rápidamente llegaron a esa zona varias unidades militares, las cuales lo rescataron después de enfrentarse a los alzados en armas, claro, como el operativo estaba en marcha, entonces lo que se formaron fueron varios combates porque los soldados y policía llegaron hasta los sitios donde estos bandidos preparaban los carrobombas para usarlos en ataques a nuestras unidades”, agregaron los policías consultados.
Ese, entonces, fue el final del intendente Luis Guillermo Martínez, el mismo que por más de 20 años le sirvió al país, buscando desarticular por completo este grupo armado al margen de la ley, de ahí que se preparó hasta en el exterior para así capturar uno a uno a los financiadores, cabecillas y demás integrantes; de ahí que murió en medio de esa lucha, la misma que ahora tiene al Cauca convertido en un completo Vietnam.
“Guillermo era un policía ejemplar, abnegado, honorable, valiente, exitoso, ampliamente condecorado por su labor, integrante de una unidad élite contra el terrorismo, dónde solo pertenecen los mejores policías, siempre tuvo una convicción admirable para frenar la violencia y la injusticia que hoy quebranta al país, y lo sacrificó todo por sus ideales hasta entregar su propia vida”, expresó otro investigador.
Por eso esa sentida despedida adelantada por compañeros, amigos y conocidos, quienes después de adelantar una misa por su eterno descanso, ayudaron a trasladarlo a su última morada.
“Era un hombre temeroso de Dios, con principios y valores cristianos que hicieron que fuera un excelente hijo, esposo, padre y hermano. Un hombre muy correcto que le sirvió a Colombia como Policía, con mucha entrega y respeto”, fueron las últimas palabras de sus compañeros al decirle adiós, en medio de esa ceremonia.