El auxiliar Gustavo Esquivel, de 18 años, es el único sobreviviente del ataque terrorista del que fue víctima una camioneta de la Policía Nacional en la vereda Corozal, en el departamento del Huila.

Esa tarde del viernes 2 de septiembre, pasadas las 2:30 de la tarde, las probabilidades de encontrar a los uniformados con vida eran realmente escasas, desde los medios se hablaba de ocho uniformados muertos a causa del ataque con explosivos.

Sin embargo, Esquivel logró escabullirse de los criminales y de la onda explosiva, para poder contar la historia. “Las tropas empezaron a desembarcar y nosotros como Gaula llegamos a las 3:30 de la tarde a siete kilómetros y esperamos ahí”, cuenta el mayor Ricardo Calderón, comandante del Gaula Militar en ese departamento.

Las horas pasaron sin resultados y en medio de coordinaciones entre las tropas y unidades de Policía, hasta que inesperadamente pasadas las 6:00 de la tarde conocieron que una auxiliar de la Policía se estaba comunicando con el auxiliar Gustavo Esquivel.

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“Esto fue una luz de esperanza para todos”, cuenta el mayor. Con esta información las autoridades procedieron a comunicarse con él y darle indicaciones, a pesar de que la comunicación no era nada buena.

Hacia las 10:30 de la noche la búsqueda terminó, el Auxiliar Gustavo Alberto Esquivel Rojas fue ubicado por los soldados, gracias a la ayuda de alguien quien lo llevó hasta allí. Sin embargo, los uniformados en un principio dudaron de su identidad al hallarlo vistiendo prendas de civil.

“El joven se identificó, traía en una bolsa los uniformes. Este uniforme estaba muy rasgado, yo pensé que tenía esquirlas, pero no, era de la maraña, los rayones, tenía raspados los codos, las rodillas. El muchacho hablaba muy poco, venía muy asustado, escupía sangre. Cuando ya llegó a Palermo se le dieron los primeros auxilios”, cuenta el mayor.

¿Qué pasó?

De acuerdo con el Ejército, tras la explosión y desorientado por el efecto de la onda explosiva, el joven auxiliar, junto a uno de sus compañeros, se precipitaron por un caño, pero este falleció producto de la gravedad de las heridas, mientras los otros uniformados eran asesinados con ráfagas de fusil.

Esquivel huyó en medio de la maraña y tocó las puertas de varias fincas aledañas, quienes nunca abrieron, hasta que alguien decidió ayudarlo. Caminó más de cuatro kilómetros.

Una vez los soldados del Gaula Militar Huila lograron ubicarlo, Esquivel Rojas se sintió a salvo, pero insistentemente preguntaba por el estado de sus compañeros.