Cali se convirtió en ejemplo nacional en la lucha contra el hambre a través de un programa que, a su vez, permitió impulsar emprendimientos y reorientar destrezas de 849 madres cabeza de familia. Al frente de esa iniciativa del alcalde Maurice Armitage, se encuentra Carolina Campo, secretaria de Bienestar Social, a quien le correspondió liderar el programa Alimentando Sonrisas, en el cual funciona una red de restaurantes comunitarios en las zonas más vulnerables de la ciudad.

Comunicadora social de profesión con especializaciones en educación, cultura y política, y una trayectoria de doce años, dice que ha sido una labor compleja pero muy grata. Su sensibilidad con el proyecto le ha permitido conocer muy de cerca la realidad socioeconómica de miles de familias de la ciudad, lo que la llevó a tomar esta causa como propia y, desde la Secretaría, trabajar en la creación de estrategias que no solo han servido para conseguir parte de los alimentos que requieren diariamente los más necesitados, sino para que se encuentren nuevamente con sus talentos y habilidades.

La Alcaldía es un aliado estratégico de Gente con Talento, campaña comunicativa impulsada por El País y el Grupo Escala, cuyo propósito es promover las certificaciones laborales que elevan los estándares de competitividad de la región.

¿Cómo se lucha contra el hambre en Cali?

En Cali hay 375.000 personas en estado de pobreza, de las cuales 85.000 se acuestan a diario sin probar alimentos: eso nos obligó a crear medidas para garantizar el derecho a la alimentación. Por eso empezamos a fortalecer una propuesta que venía adelantado la Arquidiócesis, las llamadas 'ollas comunitarias' a través de las cuales se logró la pavimentación de calles, construir sedes comunales y dar alimento a muchas personas. Entonces creamos un programa de solidaridad alimentaria que pudiera ir más allá para impulsar una verdadera transformación social. En el 2016 recibimos 47 comedores comunitarios y hoy son 480.

Eso es una transformación social…

Hemos impulsado el liderazgo comunitario como un empoderamiento ciudadano. En ese sentido logramos motivar que 849 gestoras sociales, que son mujeres de las zonas urbanas y rurales más vulnerables, decidieran de forma voluntaria vincularse al programa 'Alimentando Sonrisas', que funciona desde las cocinas de sus casas y con su mano de obra. La Alcaldía aporta los alimentos y el 'menaje' de las cocinas y comedores. El programa ha representado una inversión de $38.000 millones en los últimos cuatro años. Para el 2019 está proyectada la entrega de 7,9 millones de raciones.

¿Los comedores comunitarios solo están en el oriente de la ciudad?

Tenemos 480 comedores distribuidos en todas las comunas y en los ocho corregimientos de Cali. Los almuerzos que allí servimos representan el 40% del valor calórico que cualquier ser humano necesita para sobrevivir.

¿Cómo se postulan las interesadas en ser gestoras de esos comedores?

Se postulan con base en unos requisitos básicos, pero ante todo voluntad de servicio y la claridad de que no tendrán ninguna retribución económica. Caben también quienes pertenezcan a fundaciones reconocidas. Amas de casa y lideresas cuyo papel haya sido clave para solucionar la alimentación de sus familias y el entorno que las rodea. Los comedores sirven también, como espacios donde se realizan intervenciones psicosociales con las gestoras y los beneficiarios.

¿Qué tipo de emprendimientos han surgido en el proceso?

Las gestoras tienen en sus casas una capacidad instalada que pueden aprovechar para generar ingresos. En la comuna 18, por ejemplo, se unieron cinco comedores en torno a un emprendimiento económico que se convirtió en una fábrica de arepas llamada 'Arepas Locas'. En las comunas 14 y 21, las gestoras son proveedoras de refrigerios y almuerzos para eventos. Todo ello con el apoyo de una huerta urbana para contribuir con los alimentos para el comedor en el barrio Poblado II. Y en Petecuy opera un proyecto de tres comedores que agencian huertas urbanas y a partir de allí abordan las problemáticas sociales del sector.

¿Este esfuerzo se podrá mantener?

Todo esto quedará enmarcado en lo que será la primera Política de Soberanía y Seguridad Alimentaria del Municipio de Cali. Al proyecto de acuerdo le falta el último debate en el Concejo Municipal. Esta estrategia regirá para los próximos diez años y nosotros, desde la Alcaldía, dejamos aforados $21.000 millones para que el programa se siga ejecutando. Todo ello permitirá atender a la población más vulnerable hacia el futuro, impulsando de paso a las gestoras.

Ustedes han hecho un trabajo muy importante de capacitación, y el espacio de los comedores les ha facilitado recopilar datos sobre los ciclos de formación a los que acceden los habitantes.

¿Con qué se encontraron?

A través de una muestra, pudimos ver que el 58,98% de los usuarios adultos manifestó no haber recibido capacitación alguna durante su vida. El 83,29% respondió que le gustaría capacitarse. Al 27,85%, terminar sus estudios. Y al 61% de los encuestados, le gustaría aprender algún oficio específico. Fueron 14.000 personas consultadas o caracterizadas en los comedores comunales, lo que constituye una muestra muy completa sobre el horizonte aspiracional de los beneficiarios del programa de alimentación, que suman 57.337 en lo corrido del 2019.

Esta figura de comedores comunitarios con el motor de las y los voluntarios de cada barrio o sector impactado, es todo lo contrario al modelo del asistencialismo puro…

No solo se ha fortalecido la cobertura en atención alimentaria para la población vulnerable, sino que se han generado acciones de intervención psicosocial para acompañar a las gestoras y beneficiarios en la superación de las causas de la vulnerabilidad.  Asimismo, se han promovido acciones de articulación interinstitucional para reforzar la relación Estado-sociedad civil, contribuyendo así al fortalecimiento del tejido social para reducir los índices de violencia. Sí, es lo contrario al modelo asistencialista.

¿Quiere certificarse? Empiece ingresando a www.gentetalento.com y siga los pasos.