Las vidas de William Masters y Virginia Johnson, investigadores que revolucionaron en los 60 y 70 a EE.UU. por sus revelaciones sobre la sexualidad humana, ahora en libro y en serie de Tv.

En una época en que en Estados Unidos no se hablaba de la igualdad sexual de las mujeres; en que en la televisión sonaba un pito para editar cuando alguien mencionaba la palabra embarazada; en la que ni siquiera la revista Playboy tenía la osadía de escribir el término clítoris en sus artículos, dos investigadores de ese país, el ginecólogo obstetra William Masters y la secretaria de este, Virginia Johnson, (que luego fue conocida como sicóloga y sexóloga sin haber obtenido nunca un título universitario) revolucionaron la sociedad estadounidense y del mundo en general, con sus investigaciones sobre la sexualidad humana, a través de la observación directa de las relaciones íntimas y el análisis de más de 10.000 orgasmos. A partir de los años 60 y por espacio de 40 años, estos dos estadounidenses que en un principio fueron calificados de pervertidos, develaron conocimientos trascendentales relacionados con el orgasmo, las disfunciones sexuales, las terapias conyugales, entre otros, que así como escandalizaron, también sirvieron y aún siguen beneficiando a millones de parejas en el mundo.La historia de ‘Bill’ y ‘Gini’, como eran conocidos estos dos estudiosos de la sexualidad humana, ha sido llevada a la televisión con gran éxito en la serie Masters of Sex, basada en el libro homónimo del periodista Thomas Maier y que será estrenada para Latinoamérica por HBO el 7 de octubre.Sobre algunos de los resultados de los estudios y los detalles curiosos que rodearon estas investigaciones, El País hace un compendio, en el convencimiento de que repasar o enterarse sobre asuntos del sexo nunca está de más. • William Masters fue uno de los más destacados ginecólogos obstetras de EE.UU., experto en fertilidad. Abogó por las nuevas respuestas quirúrgicas para las pacientes más desesperadas, como la creación de una vagina artificial para siete mujeres que habían nacido sin esta. Con los casos reafirmó cómo la función sexual podía afectar la salud mental de ellas. • ‘Bill’ tuvo problemas para tener sus propios hijos con su esposa Ibby, pero al final pudo procrear dos niños. Desarrolló una técnica de encapsulado: su esperma era recogido en una cápsula de plástico y luego insertado en el cuello del útero de su esposa a través de la vagina, plantando su semilla en las trompas de Falopio de su mujer.•Masters propuso la observación directa de las funciones corporales durante el coito, monitorizar con cuidado cada pulso, respiración y estremecimiento. El estudio directo proporcionó una comprensión más amplia de la sexualidad, contrario a lo que se hacía antes: “Encuestas inexactas y a menudo engañosas”.• Su primer plan fue entrevistar y observar a prostitutas de Saint Louis y otros puntos de su país. Entrevistó a 118 mujeres y 27 hombres. Seleccionó de ese grupo a ocho mujeres y tres hombres para un estudio anatómico y fisiológico: la observación de diversos actos sexuales.Ellas les describieron métodos para elevar y controlar las tensiones sexuales y demostraron variaciones en técnicas de estimulación.A través de mirillas o estructuras de espejo situadas estratégicamente observaba a las parejas en acción.• En otras investigaciones, mientras miraba, controlaba el tiempo que duraba el acto sexual, los puntos de entrada y salida, el grado de rebote en la cama. Ideó el uso de un electrocardiograma, monitores respiratorios y demás equipamiento médico disponible para medir los cambios producidos en el cuerpo. Él y sus ayudantes confirmaban presión sanguínea, respiración, la reacción de los propios órganos.• Una voluntaria le confesó cómo a veces fingía orgasmos para deshacerse de algún cliente. Esa revelación lo dejó perplejo. Fue ella entonces quien le indicó que si quería tener éxito con su investigación debía conseguir una colega femenina para lograr captar todo lo que las mujeres sentían y hacían. Él escogió a Virginia porque no tenía prejuicios con respecto al sexo. La moldeó a su medida. Si Masters proporcionaba la teoría y el marco intelectual, Johnson, el sentido común y las habilidades de comunicación.• Se inventaron un ingenioso aparato, un consolador con una diminuta cámara: nadie había fotografiado antes el interior de una mujer durante el coito, documentado la reacción femenina a la entrada y penetración del falo. Se filmó la cavidad vaginal en color, sin distorsiones. • Desarrollaron un artilugio para documentar en película el orgasmo femenino. Un médico invitado a la demostración se sintió como si contemplase el sexo por primera vez. “A medida que la mujer se acercaba al clímax, vi que el cuello uterino se retiraba del útero y se hacía más prominente. Al final, ella alcanzó el orgasmo en poco tiempo”. • Masters y Johnsons demostraron que la lubricación vaginal durante el acto no procedía de las glándulas situadas en los labios menores, tal como creía la Medicina. Tampoco del cuello uterino. Más bien, era una “reacción de trasudación” de material mucoso surgido o “sudado” a través de las paredes de la vagina. Eso formaba una suave capa reluciente, que lubricaba a la mujer lo suficiente, generalmente en menos de 30 segundos desde el estímulo sexual inicial. •La paciente se acomodaba en los estribos y se le colocaba un espéculo en la vagina. En las primeras fases del estudio, simplemente se masajeaban el clítoris, la vulva, pasando por el cuello uterino para comprobar si la mujer se excitaba o llegaba a tener un orgasmo. ‘Gini’ indicaba a las pacientes que estimulasen su vagina fingiendo que era un pene, o empleando el instrumento como si fuese un falo. • En una ocasión un voluntario se presentó desesperado, había encadenado 36 horas de relaciones sexuales con dos mujeres distintas y había terminado completamente agotado. “Creo que lo perdí, ya no se me levanta”, decía temeroso. Las pruebas de estos científicos demostraron que las mujeres, a diferencia de los hombres, no sufrían de esa resistencia fisiológica temporal a practicar más sexo sobre el orgasmo. Los penes de algunos hombres permanecían en reposo absoluto durante una hora por más insinuaciones que recibieran y otros se hacían daño si lo intentaban demasiado pronto.• Determinaron que el sexo durante el embarazo no suponía ningún peligro para el feto. Documentaron el interés sexual entre las mujeres durante los dos primeros trimestres de su embarazo. • ‘Bill’ y ‘Gini’ se implicaron sexualmente (se casaron muchos años después). Querían corroborar por sí mismos “la respuesta vasocongestiva superficial de la piel al aumento de las tensiones sexuales (lo que llamaron rubor sexual). “Saber lo que se siente para poder ser más precisos cuando lo explicasen por escrito”, decía él. • Exhibieron a colegas una película que mostraba la erección de un pezón durante un orgasmo, presentando los vasos sanguíneos del cuello y el pecho mientras se llenaban y explicando por qué esas zonas se ponen rojas durante la excitación sexual. El filme mostró a una mujer cuyos movimientos indicaban que tenía el dedo en el clítoris y se lo estaba frotando. Por eso fueron fustigados por miembros de la Facultad de Medicina de la Universidad Washington.• Los ataques hicieron que renunciaran y abrieron la clínica sexual Fundación para la Investigación de la Biología Reproductiva. Publicaron luego el libro La Respuesta Sexual Humana.• En el libro plasmaron que tal como mostraban los electrodos y otros dispositivos, el potencial multiorgásmico de la mujer superaba al del hombre, que se desvanecía, al menos temporalmente, luego de tan solo un glorioso disparo.• Descubrieron que luego de su primer clímax los hombres tenían una hora o más de impotencia durante el periodo llamado de resolución, antes de poder reanudar la actividad. Pero la mayoría de las mujeres orgásmicas estaban listas para seguir inmediatamente, una y otra vez. “Muchas mujeres, especialmente cuando reciben un estímulo en el clítoris, pueden gozar de cinco o seis orgasmo plenos en cuestión de minutos”, informaron.• Explicaban cómo la expresión del orgasmo femenino lleva más tiempo que el de los hombres. Una vez alcanzado ‘el crescendo’, las oleadas de contracciones en el útero y el tercio externo de la vagina se repetían de cuatro a ocho veces en intervalos de 0,8 segundos antes de la disminución de los temblores.• Gracias a las mujeres excitadas, descubrieron que la pared vaginal anterior se desplaza hacia atrás y hacia arriba, y que hay casi una duplicación del útero en aras de acomodar al pene. En ambos sexos, las contracciones del tejido pélvico eran seguidas por el movimiento armónico del esfínter rectal.• Que los orgasmos femeninos mejoraban a medida que se producían. Y que algunas mujeres disfrutaban de una sucesión de orgasmos sin interrupción mientras que otras saltaban a otra fase como la excitación antes de sentir un nuevo orgasmo.• Revelaron que el orgasmo femenino era una sensación que se extendía por todo el cuerpo con una intensa sensibilidad clitoriano-pélvica y a menudo una sensación de apertura receptiva, a diferencia de los hombres cuyo centro se limitaba a la erección y la eyaculación. • Que era mentira que el clítoris responde a la estimulación sexual con la misma rapidez que un pene en vías de erección.• Informaron que en algunos casos el embarazo aumenta el potencial del orgasmo, sobre todo durante el segundo trimestre.•Descubrieron que los orgasmos más intensos no se producían con un compañero sino cuando ellas se masturbaban solas.• Refutaron que aquellos con penes más grandes eran mejores amantes. En cambio, que la máxima: ‘lo que no usas lo pierdes’, sí parecía aplicable. “El factor más importante en el mantenimiento de la sexualidad efectiva para el hombre mayor es la consistencia en la expresión sexual activa”, recomendaban.• Que con cuidado y estimulación, la vagina era capaz de acomodar a un visitante de cualquier tamaño. “El acomodo pleno solía producirse con los primeros embates del pene, independientemente de su tamaño”.CuriosidadesPara el libro, Thomas Maier hizo entrevistas a colegas, amigos y pacientes de los científicos, tuvo acceso a sus cartas, documentos y contó con las memorias inéditas de Johnson.William Masters aseguraba que no pagó a las prostitutas para su primer estudio, los médicos que lo acompañaron aseguran lo contrario. Eso sí, siempre les ofrecía a ellas realizarles un examen físico, incluidos cultivos de garganta, la vagina, el cuello uterino y el recto.Luego de investigar con las prostitutas, al final, se dio cuenta de que ellas no eran adecuadas. La muestra era demasiado pequeña y poco representativa de la mujer media estadounidense. “Las entrevistas fueron bastante productivas especialmente para alguien desinformado a cerca de la sexualidad femenina”, reconocía.La mamá de Masters hizo máscaras de seda para cambiar las de bolsa de papel con que los voluntarios ocultaban su cara para los encuentros. El equipo científico no podía permitirse ningún pensamiento lascivo durante las sesiones.“Los hombres odian esta máquina” (el consolador con la cámara para filmar),“ya que las chicas la aceleran a un ritmo que ninguno sería capaz de seguir”, bromeaba William Masters. El ginecólogo defendía el espíritu práctico de aquel aparato: Los médicos colocan espejos en el estómago para estudiarlo, “haces lo mismo con la vagina y la gente te reprocha, ¡cómo te has atrevido!”.Bajo el brillo de los focos y el escrutinio científico algunos voluntarios aparentemente sanos y viriles sufrieron de impotencia, eyaculación precoz o miedo escénico. “Pensé que sería más difícil trabajar con las mujeres. Qué equivocado estaba. El hombre es infinitamente más complicado que la mujer en condiciones de laboratorio”, reveló Masters.El científico enseñaba a los médicos que colaboraban con las terapias sexuales a no juzgar a los pacientes. En broma les decía que si venía uno a decirle que hacía el amor con una ballena, le preguntaran: ¿en el extremo norte o el extremo sur de la isla? Una vez, a uno de los jóvenes terapeutas le llegó un paciente que le reveló: “Prefiero hacer el amor con mi perro antes que con mi mujer”. Recordando lo enseñado por su jefe él le respondió: “¿Es un pastor alemán o un collie?”.