El 6 de mayo de 1975, a las siete de la noche, fue la inauguración oficial de la Cinemateca del Museo La Tertulia. Asistió un público seleccionado y algunos invitados especiales, entre ellos, desde luego, la fundadora y directora, doña Maritza Uribe de Urdinola, quienes se hicieron adelante, en las primeras sillas del centro, donde la pantalla se traga al espectador.

La proyección inaugural fue de la película ‘Ludwig, el rey loco de Baviera’ (1973), del director italiano Luchino Visconti, que estuvo durante casi dos semanas en funciones de jueves a domingo, a las 7:00 p. m., con un costo de 10.00 pesos la entrada.

Pero recién estrenada —la sala de cortinas y alfombra roja, con silletería negra—, tuvieron que cerrarla una buena temporada, debido a problemas técnicos: el proyector y el sonido venían fallando desde el primer día. Algo que no pasó desapercibido para un espectador crítico —como ningún otro vivió en Cali—, que estuvo allí.

La Cinemateca fue locación para ‘Pura sangre’ (1982), la película de Luis Ospina. Se puede reconocer en la escena donde los protagonistas entran buscando a sus víctimas en un baño. | Foto: Cortesía Museo La Tertulia

“Asistimos a la exhibición privada de LUDWIG (Visconti), y salimos francamente atemorizados con las perspectivas. Cine Colombia (que nunca en su vida, en ninguna de sus salas, ha podido dar foco correcto, está bastante metido en la instalación, y la exhibición fue terrible, desenfoque total, y el lado izquierdo de la pantalla, más aún), los operadores peleando a gritos en la cabina (y Gino Faccio, como es medio sordo, ni se mosquió) e imagen ida o quemada más o menos 13 veces. Además, la cinta, en duración de hora y 10 minutos, está bastante cortada, y se vuelve aún más regular de lo que en efecto es”.

Así describió Andrés Caicedo —en carta del 7 de mayo de 1975, enviada a su amigo Hernando Guerrero— la inauguración de la Cinemateca, un hecho capital para la cultura cinéfila que él no podía dejar de reseñar, teniendo en cuenta que por aquel año estaba ya consolidado su Cine Club de Cali y la revista Ojo al Cine.

Yamid Galingo, historiador del cine colombiano y quien trabajó por diez años como portero de la Cinemateca, “cuando en la entrada había una registradora de aluminio, de esas que tenían los buses urbanos, y que daba la vuelta cada que una persona pasaba”, precisa que, en efecto, “habían comprado un equipo de proyección de segunda por 100.000 pesos a Cine Colombia, pero de muy mala calidad, que fue reemplazado por un equipo japonés que funcionó hasta los años 2000, cuando se hizo el cambio a una tecnología de proyección digital”.

Después de superar aquel contratiempo —y un par de inundaciones en los años 80—, este espacio para el cine arte y de autor, que presenta películas seleccionadas por fuera del circuito comercial, se consolidó entre el público caleño y ahora, medio siglo después, sigue fiel a su propósito original.

Proyección viva: Como parte de la celebración de los 50 años de la Cinemateca del Museo La Tertulia, se realizará la proyección del filme ‘Bajo el cielo antioqueño’ (1925), de cine mudo, con música en vivo, interpretada por el pianista caleño Víctor A. Palacios. Será una función única, el miércoles 15 de octubre, a las 7:00 p. m. Entradas: Colboletos.

Gina Moreno Bravo, actual directora de la Cinemateca del Museo La Tertulia, expresa que “esta es la casa del cine colombiano, donde siempre buscamos elevar el pensamiento a través de las películas que proyectamos”.

Detrás suyo hay toda una tradición de directores emblemáticos y programadores que mantuvieron en alto la cinefilia caleña, como fueron Ramiro Arbeláez, Luis Ospina, Julián Tenorio, Eugenio Jaramillo, Ángela Osorio y Gerylee Polanco. También, los programadores como Luisa González, Lucía Cedeño y, en la actualidad, Santiago Lozano.

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Aquí surge una pregunta, que muchos aficionados y expertos de la cultura cinéfila caleña, se han formulado a lo largo de estos 50 años: ¿Por qué Andrés Caicedo nunca fue llamado para dirigir la Cinemateca? Nadie duda que, para la época, sabía más que nadie sobre cine en Colombia.

Para marzo de 1973, cuando ya era vox populi que se estaba construyendo una sala de cine al lado del Museo La Tertulia, donde estaba el famoso “charco del burro”, Andrés Caicedo envió una carta a la directora (Maritza Uribe de Urdinola), en la que describía el éxito que etsaba teniendo su Cine Club de Cali, “actividad que ha alentado un extenso material de crítica y la cercanía de un público fijo de 300 personas”.

De una forma bastante indirecta, quien cuatro después publicaría la novela caleña por antonomasia ‘¡Que viva la música!’, dejaba saber a la directora que estaba interesado en el proyecto que adelantaban.

“Sé de la idea que se tiene de formar una cinemateca en el Museo La tertulia. Le ruego me informe de cuál será su funcionamiento. ¿Ya se ha pensado en algunos films?“, escribió Caicedo.

Logo antiguo de la Cinemateca de La Tertulia. | Foto: Cortesía Museo La Tertulia

Se desconoce la respuesta de la directora, si la hubo, lo cierto es que para la inauguración fue invitado como espectador, pero nunca fue vinculado directamente. Sería Ramiro Arbeláez, el mismo año que se suicidó el escritor, quien sería vinculado como el primer director de la Cinemateca de La Tertulia.

De algún modo, este nombramiento fue una reivindicación, puesto que Arbeláez se había formado en el Cine Club de Cali junto a Andrés Caicedo. Tras la muerte del escritor, Arbeláez continuó con el Cine Club y lo trasladó a la Cinemateca de La Tertulia donde funcionó hasta 1986.

Pero, como dato curioso, se podría afirmar que Andrés Caicedo sí alcanzó a dirigir de forma no oficial la Cinemateca, al menos durante la semana del 18 al 25 de septiembre 1974, en el edificio construido para esta sala, meses antes de la inauguración.

“Conseguimos que nos prestaran la nueva sala para probar si funcionaba. Había sido construida bajo el lecho del antiguo “charco del burro” del río Cali, ahora desviado, pero nos la prestaron desnuda, sin asientos, sin alfombra, sin proyectores y sin pantalla. Ubicamos dos proyectores de 16 mm en la cabina, unimos y templamos varias sábanas blancas y presentamos durante un fin de semana la película boliviana ‘Sangre de cóndor’, de Jorge Sanjinés, con la gente sentada en las gradas, pero con tanto éxito que fue la prueba reina de que una sala de cine arte en Cali era más que necesaria", contó Ramiró Arbeláez (en entrevista con Yamid Galindo), quien estuvo en esas funciones, dado que Caicedo lo había dejado encargado del Cine Club. Galindo.

Arbelaéz, el segundo al mando del Cine Club de Cali encargado por Andrés Caicedo, recuerda que junto a Rodrigo Vidal adecuaron la sala, “colgamos dos sábanas grandes que cosimos nosostors mismos con máquina de coser, y llevamos dos proyectores de 16 mm, uno de Luis Ospina y otro que nos prestó la Universidad del Valle. Todas las funciones se llenaros, y fueron dos al día, lo que demostró quie sí había un público, porque para ese momento del Museo La Tertulia no tenían pensado que este espacio fuera una cinemateca, sino un salón de eventos, y con estas funciones se decidieron por el cine”.

Andrés Caicedo se encontraba en Cali por esos días, ya trabajando en la escritura de ‘¡Que viva la música!’, es posible que asiostiera a alguna de esta funciones, de las que estaba enterado, puesto que él, con Ramiro Arbeláez y Luis Ospina, se habían reunido con la directora de La Tertulia para pedir el permiso. “Es probable, aunque yo, que estuve todos los días, no recuerdo haberlo visto”, comenta Ramiro.

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Volviendo con Gina Moreno Bravo, la hoy directora complemente que, en la actualidad, “si bien tenemos el auge del cine comercial, que respetamos mucho, nosotros seguimos siendo el lugar de encuentro en donde se genera conversación con los creadores y se da la reflexión con el público. Eso nos hace una cinemateca, porque abrimos otro espacio para el reconocimiento a esos directores y directoras que están proponiendo miradas, fortaleciendo el cine de culto e independiente, lo que es tan difícil de tener en el cine comercial”.

Gina Moreno Bravo, comunicadora, artista y gestora cultural, es la nueva directora del área de Cultura y La Cinemateca del Museo La Tertulia. | Foto: Oficina de Prensa Museo La Tertulia

La misión de la Cinemateca de Cali sigue teniendo pertinencia, mucho más en ahora que hace 50 años, cuando llegaron a registrar más de 82.000 asistentes anuales, cifra respetable para una ciudad que —en esa época — bullía de cines barriales y cine clubes.

“Las dinámicas de los cine clubes continúan y trabajamos con algunos de ellos, conservando la tradición cinéfila de Cali, pero, al mismo tiempo, estamos generando otro tipo de experiencias, como festivales y encuentros, por ejemplo, como hemos ido proponiendo a Proimágenes, para hacer el primer encuentro de salas independientes y liderarlo desde aquí; también procesos a nivel local en las instituciones educativas, para que los jóvenes tengan una relación directa con el cine y lo utilicen en la metodología de sus clases”.

“Nos encontramos diseñando este proceso desde el 2025, porque si bien la Cinemateca La Tertulia es una de las primeras del país, y se ha mantenido durante el tiempo, también tiene que pensarse de manera innovadora”, sostiene la directora.

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Los dos proyectores de marca Tokiwa, de 35 milímetros, están exhibidos en la entrada a la Cinemateca. “Aún funcionan, pero ya los desconectamos del sistema de proyección de la sala, pueden verse películas, aunque sin el sonido, porque no tienen salida de audio”, cuenta Erwin Palomino, quien trabaja allí hace 42 años como operador de cine y medios audiovisuales.

Erwin, quien entró como asistente de montaje al Museo La Tertulia en 1976, cuenta: “Me encargaba de los montajes para las exposiciones, desembalar las obras que llegaban y portero, como éramos muy pocos al principio, nos repartíamos funciones”.

La Cinemateca es sede del Festival Internacional de Cine de Cali (FICCali), de las muestras de cortos, cine africano y europeo. El 30 % de las películas proyectadas allí son colombianas. | Foto: Cortesía Museo La Tertulia

La Cinemateca, con apenas un año de funcionamiento, llamó la atención de Erwin, quien comenzó a asistir a las funciones. Así se hizo amigo de Ramiro Arbeláez, el primer director oficial, quien, enterándose de que ambos trabajaban para La Tertulia, lo invitó a las proyecciones de prueba. “Así comenzó a enseñarme cómo conectar y montar los proyectores, cambiar las películas y resolver problemas con las cintas, que no faltaban durante las funciones”, anota.

Para 1983, cuando un proyeccionista faltó, llamaron a Erwin para que lo reemplazara por ese día y por otro día y otro más, hasta que lo asignaron de forma permanente.

“Para cuando yo entré a trabajar en la Cinemateca, seguía siendo un lugar muy concurrido, casi todas las funciones se llenaban, aún se vivía una época dorada del cine en Cali”.

Erwin recuerda con especial alegría una función a finales de los 80, en la que “presentamos ‘La repentina riqueza de los pobres de Kombach’, película en cinta de 16 milímetros, de Volker Schlöndorff, director del nuevo cine alemán, y resulta que los rollos llegaron pro correo a la hora que empezaba la función. No tuvimos tiempo de probarlos, eran dos y estaban en muy mal estado, y no supimos diferenciar cuál era el primero y cuál el segundo, pero no había tiempo, así que tomamos el que nos pareció y proyectamos la película”.

La cinta narra el robo que cometen unos campesinos y el juicio donde los condenan, en ese orden, pero lo que vieron los caleños ese día fue al contrario. “A la gente le encantó, como era tan rara y la mayoría nunca la había visto antes, solo tres personas sabíamos que la historia estaba al revés”, dice Erwin entre risas.

La proyección de ‘Bajo el cielo antioqueño’ (1925), contará con música en vivo, interpretada por el pianista caleño Víctor A. Palacios. | Foto: Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano

En 2016, cuando Víctor Gaviria presentó en la Cinemateca de la Tertulia su película ‘La mujer del animal’, en el conversatorio posterior a la proyección, en el que participaba Tito Alexander López, actor que interpretó a Libardo ‘El Animal’, no pudo responder ninguna pregunta, prefirió salir de la sala, porque muchas personas se dirigían a él con hostilidad.

“La gente reaccionó contra él como si tuviera la culpa real de algo, fue tan fuerte, que él decidió irse. Todos estaban demasiado impresionados por la película, como si él de verdad hubiera maltratado así a esa mujer, no lo veían como un actor”, recuerda el proyeccionista.

Sin duda, el cine se vive con mayor intensidad en la Cinemateca de La Tertulia; algún poderoso magnetismo conserva esta sala, donde miles de historias han conmovido a cinco generaciones de caleños.

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La próxima historia que cobrará vida en la Cinemateca del Museo La Tertulia es ‘Bajo el cielo antioqueño’, una película de cine mudo, o silente, filmada por Arturo Acevedo Vallarino en 1925, en Medellín.

La película ‘Bajo el cielo antioqueño’, filmada en 1925 por Arturo Acevedo Vallarino, fue restaurada para su centenario y se podrá ver en Cali. | Foto: Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano

Esta cinta fue restaurada por la Fundación Patrimonio Fílmico de Colombia, como conmemoración de sus cien años, y será proyectada en Cali el miércoles 15 de octubre, con acompañamiento de piano en vivo, replicando, en nuestros días, las condiciones de una función a principios del Siglo XX.

“Más que un concierto con imágenes, esta proyección busca activar un diálogo vivo entre el intérprete musical y la proyección cinematográfica, al tiempo que reactiva la Cinemateca como un espacio de creación interdisciplinar, memoria artística y experimentación estética”, indicaron los organizadores.

El pianista caleño Víctor A. Palacios, encargado de crear e interpretar la música original para interactuar con la película centenaria, expresó que su “propuesta musical va más allá de un acompañamiento; es algo ecléctico, trato de conservar los patrones rítmicos folclóricos, pero con músicas nuevas contemporáneas colombianas. Esta obra que desarrollé y escribí, tiene carácter improvisatorio, se basa en unos temas principales, hay una música característica de algunas escenas, de ahí parto para modificar estos temas de forma libre, improvisando en vivo, será una interpretación inédita”.