La paradoja del abuelo —como es conocido el problema lógico que trasnocha a los físicos cuando piensan en los viajes en el tiempo—, plantea que si una persona pudiera regresar al pasado y, por alguna razón, termina causando la muerte de su abuelo, este hecho generaría un efecto mariposa sobre la historia, impidiendo que nazca su padre y, por último, que nazca el mismo viajero del tiempo.

La paradoja que surge es un bucle infinito: porque si la persona no nace, el abuelo vivirá y así nacerá su descendiente que viajará en el tiempo y lo matará en el pasado, provocando que al mismo tiempo nazca y no nazca su asesino... ¿Cómo resolverla?

Algunos físicos teóricos han formulado respuestas a la paradoja del abuelo, pero lo más interesante es que, esta falta de lógica no impidió que para 1980, el guionista Bob Gale y el director Robert Zemeckis imaginaran la historia de un joven que viaja al pasado y, por accidente, impide que sus padres se enamoren, arriesgando su propio nacimiento.

Como sabemos, el 3 de julio de 1985 se estrenó la película Volver al Futuro (Back to the Future), primera parte de la trilogía, producida por Steven Spielberg, dirigida por Zemeckis y coescrita con Gale.

Sin duda, se trata de la producción de ciencia ficción y viajes en el tiempo —obsesión en el cine—, más popular de todos los tiempos, la más taquillera en su año de estreno (389 millones de dólares) y guardada como patrimonio en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.

El 3 de julio de 1985 se estrenó la película Volver al Futuro (Back to the Future), primera parte de la trilogía, producida por Steven Spielberg, dirigida por Zemeckis y coescrita con Gale. | Foto: El País

Por lo que no sorprende que para el 2025, cuando se cumple el 40 aniversario de Volver al Futuro, la compañía productora Universal Pictures haya decidido reestrenarla en los cines, en calidad IMAX y 4DX el próximo 31 de octubre, primero en Norteamérica y luego en el resto del mundo.

La idea original de Volver al Futuro surgió cuando Bob Gale encontró, en casa de su familia, un anuario escolar donde su padre aparecía como el presidente del colegio. Gale se preguntó: “De haber conocido a mi padre de joven, ¿habría sido su amigo?”. Esto lo llevó a la idea de los viajes en el tiempo y, por supuesto, a la paradoja del abuelo.

Junto con Robert Zemeckis escribieron el guion para una película, donde inicialmente la máquina del tiempo era un refrigerador, pero temiendo que los niños lo imitaran y se arriesgaran encerrándose en las neveras, después decidieron que fuera el icónico DMC DeLorean.

Pero, la historia de Marty McFly (Michael J Fox) y el doctor Emmett Brown tuvo que esperar su tiempo para ser llevada al cine, puesto que, para principios de los años 80, Zemeckis no era el gran director que hoy conocemos por clásicos como ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y Forrest Gump, apenas había dirigido dos películas que fracasaron en taquilla, de modo que cuando presentó su nuevo proyecto a los estudios, recibió la pequeñez de 44 rechazos.

Hasta que Steven Spielberg que, para aquellos años, después de ET El Extraterrestre (1983), ya era el más exitoso de Hollywood, acudió en ayuda de Zemeckis y produjo Volver al Futuro, que se filmó en tiempo récord, con horarios hasta la madrugada, se editó y estrenó el mismo año. Lo demás es nostalgia.

El dato

La física cuántica resuelve la paradoja, planteando que en cada viaje del tiempo se llega a una realidad paralela, entonces, no hay riesgo de alterar la propia historia.

El futuro retro pop

El futuro ya es cosa del pasado, de hecho, el próximo 21 de octubre se cumplirán 10 años desde que el doctor Brown y Marty McFly llegaron a un 2015 muy ochentero en su DeLorean, el mismo que vemos en la segunda parte de la trilogía Volver al Futuro.

Pero, ¿en qué radica la nostalgia retro que produce esta película futurista?

En primer lugar, esta película, como casi todas las de Robert Zemeckis, tiene la particularidad de funcionar como un gran anuncio publicitario, utilizando una estética pop que se fija en la memoria colectiva.

En 2011, Nike lanzó al mercado las MAG de Volver al Futuro. | Foto: El País

En Volver al Futuro vemos aparecer objetos y logotipos de marcas —sin ningún complejo de vendedor— que hacen parte de la misma historia, ¿quién puede olvidar las zapatillas Nike, modelo Bruin en cuero blanco con el famoso chulo rojo, que usa el protagonista? ¿O las icónicas zapatillas Nike MAG, que usa en el futuro y fueron diseñadas solo para la película, pero que hoy ya son vendidas en los almacenes? Cabe aclarar que, en Volver al Futuro II, estas zapatillas tienen luces y se ajustan solas, pero en la realidad aunque hay modelos con luces, hasta ahora no hay ninguno que tenga ajuste automático al pie.

Cuando está en 1955, Marty McFly usa las clásicas Converse.

Pero son muchas más marcas las que adquieren el estatus de cultura popular en la película: la gaseosa Pepsi —dejando a Coca-Cola por fuera de cine—, las gasolinerías Texaco, la camioneta Toyota con la que sueña Marty, la cerveza Miller, y los hornos Black & Decker donde se preparan pizzas Hut deshidratadas en el futuro del 2015.

Esta última anticipación, aunque muchos deseamos pizzas diminutas que pasadas algunos segundos en un horno se conviertan en gigantes familiares de 12 porciones, hasta la fecha no existen en el mercado.

Caso aparte es el famoso DMC DeLorean, el automóvil que el doctor Brown convierte en su máquina del tiempo. Los directores lo escogieron por su diseño futurista, parecido un poco a un platillo volador, sobre todo por sus puertas de ala de gaviota que abren hacia arriba.

El DeLorean fue un fracaso comercial antes de que saliera la película, apenas se construyeron unos 8000 autos de este modelo, en la película se usaron seis unidades, de los cuales solo se conservan tres, dos los tiene Universal Studios y el otro un particular que pagó por él US 541.200 dólares en una subasta.

Incluso la marca de ropa Calvin Klein aparece solo de palabra, ya que, por error, Marty termina recibiendo este nombre de su madre, que lo lee en sus calzoncillos, en el pasado.

Otra curiosidad del impacto cultural de Volver al Futuro, es que el presidente Ronald Reagan, que estaba al frente de EE. UU. en 1985, fue parodiado.

Cuando Marty conoce al doctor Brown de 1955, este se burla de que para 1985 el presidente sea Reagan, puesto que en su época era reconocido como actor de Hollywood.

Sin embargo, al verdadero Reagan en vez de molestarse, quedó encantado con la película y llegó incluso a citarla en uno de sus discursos presidenciales.

En lo que más acertó Volver al Futuro, fue anticipándose a objetos y situaciones que ya son realidad como pantallas planas, gafas de realidad virtual, video llamadas, tablets, reconocimiento biométrico, pagos en línea, drones, publicidad con pantallas gigantes y hologramas.

Aún están por inventarse las extraordinarias ‘super boar’”, patinetas en el aire, y los vehículos voladores que funcionan a base de desechos.