El actor cubano Mario Cimarro, reconocido internacionalmente por su participación en telenovelas como Pasión de gavilanes, compartió este martes una de las noticias más dolorosas de su vida: el fallecimiento de su madre, María Paz.

Desde La Habana, donde ha estado alejado de la televisión en los últimos años, informó que ella murió el lunes, tras un prolongado deterioro físico y cognitivo causado por el Alzheimer.

A través de un mensaje publicado en sus redes sociales, Cimarro expresó que se encuentra “con el corazón hecho pedazos”, frase con la que abrió un comunicado profundamente personal en el que relató cómo fueron los últimos días junto a su madre.

Según dijo, las semanas recientes estuvieron dedicadas exclusivamente a acompañarla en la etapa final de la enfermedad. En ese proceso, aseguró, hizo numerosos intentos para detenerse y encontrar el momento adecuado para escribir, pero la carga emocional era demasiado grande.

El actor detalló que María Paz falleció rodeada del cariño de sus hijos y contó con la bendición de su sacerdote, un gesto que para él representó un cierre lleno de amor y espiritualidad.

“Desde el lunes ya no está con nosotros. Se fue bien acompañada”, escribió. También explicó que su deseo es honrarla tal como fue en vida: una mujer alegre, optimista y cercana con todos los que la conocieron.

Cabe destacar que, la historia de su madre con el Alzheimer no era nueva para la familia. Cimarro recordó que ella convivió durante años con esta enfermedad degenerativa, un proceso que definió como tan doloroso como inesperado.

A sus 54 años, el intérprete afirmó que el diagnóstico desestabilizó profundamente a sus allegados, sobre todo porque no existían antecedentes similares. Esta revelación la había hecho ya en 2021, en una entrevista con la periodista puertorriqueña María Celeste Arrarás, donde señaló que la noticia los tomó totalmente por sorpresa, pues en su familia incluso había casos de longevidad extrema, como el de su abuelo, que vivió más de un siglo.

En su despedida pública, Cimarro describió a su madre como una mujer ejemplar, dedicada y amorosa, a quien considera no solo un pilar familiar, sino una formadora de generaciones. Recordó que fue ella quien lo enseñó a leer y escribir cuando él tenía la misma edad que hoy tiene su propio hijo, tres años.

Esa primera educación narró, la impartió con paciencia, ternura y una serenidad marcó para toda la vida. La definió como alguien capaz de orientar con sabiduría y de enseñar a enfrentar los desafíos con calma y resiliencia.

El mensaje concluyó con una imagen cargada de nostalgia: la de imaginarla, reunida nuevamente con familiares ya fallecidos, “bailando con papá, con el abuelo Gildardo, la mujer de Antonio y Mambito”. Finalmente, agradeció las expresiones de apoyo y las muestras de respeto hacia su familia en este momento de duelo.