El municipio de Ginebra, Valle del Cauca, vibró con música, arte y cultura con la final del Festival Mono Núñez 2025, evento que fue escenario de presentaciones musicales, encuentros culturales y muestras del folclor andino que reunió a visitantes, artistas y amantes de la música tradicional colombiana.
El lente de El País estuvo en el importante evento y captó las imágenes emotivas y vibrantes del festival, donde se puede observar a jóvenes participando del encuentro.
Esta reunión final, que alcanzó la participación de más de 100 artistas, se llevó a cabo en el coliseo Gerardo Arellano, donde la multitud disfruta del sonido de los instrumentos y las composiciones del folclore colombiano, en su edición número 51.
En este espacio, donde el alma del festival se respira en cada rincón, El País captó la pasión que tienen los concursantes al tocar sus instrumentos.
Detalles de los participantes
Una de las adolescentes que protagonizan las imágenes captadas por el medio, hace parte de la agrupación Nueva Herencia, proveniente de Tunja.
El grupo es amante de la música folclórica colombiana y ya se han presentado en varios festivales del colegio Gimnasio Campestre del Norte de Tunja.
Posterior a su presentación, el escenario fue ocupado por un coro musical, compuesto por estudiantes de la Universidad del Valle y Bellas Artes de Cali.
Ambas instituciones educativas fusionaron a sus alumnos del área de música en un grupo y con la unión de sus voces, el público presenció un inolvidable show.
Origen del festival
El evento se originó en 1975, cuando las religiosas Sor Virginia Lahidalga y Sor Aura María Chávez, y el Señor Luis Mario Medina, desarrollaron un Concurso de Música Andina Colombiana, que marcaba el inicio de la semana cultural en la región. Sin embargo, fue tanto su éxito, que en los siguientes años, continuaron celebrando el evento.
Asimismo, los organizaron decidieron nombrar el evento como el Festival Mono Núñez, en honor al músico, interprete de bandola y compositor, Benigno Núñez Moya, oriundo de la región.
Lo que inició como un evento pequeño, se convirtió en un festival que hace parte del Patrimonio Cultural de la Nación, y trascendió fronteras, puesto que visitantes de otros países también acudieron al sitio.