El herpes zóster, también conocido como culebrilla, es una infección localizada de la piel producida por el virus de la varicela zóster, el mismo virus que provoca la contagiosa enfermedad de la varicela.

De acuerdo con los especialistas, cualquier persona que haya contraído varicela durante su niñez puede desarrollar el virus de la culebrilla.

Según explicó la médica dermatóloga Sara Cano Bará, “después de esta infección, el virus migra al ganglio linfático regional y ahí puede permanecer varios años sin producir síntomas”, pues es solo hasta que se presenta algún tipo de inmunosupresión que puede reactivarse y producir los síntomas de herpes zóster.

La reactivación del virus puede estar sujeta a varios factores. El primero de ellos, de acuerdo con la Sociedad Española de Medicina, está relacionado con “la alteración funcional de la inmunidad”, por lo que una persona mayor de 50 años corre mayor riesgo de padecer el virus, que alguien de menor edad.

El segundo factor se relaciona con aquellas personas que cuentan con disminución en el nivel de defensas a causa de una enfermedad como el VIH, leucemia, linfoma, entre otros.

Los primeros síntomas del herpes zóster son, de acuerdo con la doctora Carolina Cequeda, “dolor, ardor o picazón en el área donde van a aparecer las lesiones”. Normalmente, este tipo de síntomas aparecen en “un solo lado del cuerpo, como en el tronco, pero pueden afectar otras áreas del cuerpo como brazos, cara, piernas”, agregó la doctora Cano Bará.

La vacuna Zostavax protege a los adultos mayores hasta los 60 años contra el herpes zóster en un 60 % de eficacia. Es la única disponible en el país.

Mauricio Quijano*, paciente con herpes zóster, relata que, en su caso, esta condición empezó con dolor en un brazo, “como si hubiera tenido un problema muscular”, por lo que le manifestó a su esposa, quien es médico, sobre su dolor. “Cuando le mostré, vi unas grandes ampollas que tenía y dije inmediatamente que era herpes zóster”. Cabe resaltar, que Mauricio conocía previamente sobre la enfermedad “porque a mi suegra le había dado y sabía que era una cosa muy dolorosa”.

La doctora Sara Cano Bará recomienda que, ante las apariciones de síntomas “se consulte tempranamente a dermatología para iniciar tratamiento de preferencia antes de los tres primeros días de inicio de las lesiones de piel”. Esto, debido a que si el tratamiento se inicia tempranamente se disminuye el riesgo de padecer una de las complicaciones más frecuentes de la enfermedad que es la neuralgia
postherpética.

La neuralgia postherpética, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad dedicada a la práctica clínica, la educación e investigación, “afecta las fibras nerviosas y la piel, lo que causa un dolor urente”. Asimismo, la neuralgia puede permanecer en la vida del paciente, aunque el sarpullido y las ampollas hayan desaparecido.

Normalmente la neuralgia postherpética afecta a las personas que son mayores de 60 años de edad, por lo que se puede presentar complicaciones a causa de la edad avanzada del paciente.

Por su parte, la doctora Carolina Cequeda también sugiere que ante la aparición de síntomas se “guarde reposo relativo y se evite manipular las lesiones”, así como abstenerse de la aplicación de medicamentos caseros, ya que esto puede llevar a la sobreinfección de las lesiones por bacterias.

En caso de que se aplique la vacuna Zostavax a una persona mayor de 60 años, el biológico va perdiendo
su utilidad.

Es preciso añadir que durante la evolución del herpes zóster es normal que las vesículas adquieran una apariencia purulenta, por lo que especialistas recomiendan que no se utilicen antibióticos concomitantes, es decir, usar más de dos medicamentos al mismo tiempo, debido a que esto puede provocar efectos secundarios.

Tratamiento oral

El tratamiento para el herpes zóster, según explicó la doctora Cano Bará, “debe ser oral y se hace con medicamentos antivirales como aciclovir o valaciclovir”.

Normalmente, su duración es de siete días, sin embargo, para las personas que cuentan con defensas comprometidas, su tratamiento se prolonga dependiendo de lo que el médico considere necesario.

Por su parte, el paciente Mauricio Quijano* relata que su experiencia con el tratamiento “fue positiva”, pues aproximadamente a los 5 días de estar tomando valaciclovir comenzó a “notar que se secaban las ampollas y en dos semanas se secaron totalmente”.


Aunque el herpes zóster no es contagioso, existe la posibilidad de contagiar a otros cuando sus defensas se encuentran bajas o comprometidas. De igual forma, también puede existir la probabilidad de que personas en el hogar, en especial niños o quienes no hayan padecido de varicela previamente, se contagien y más aún, cuando no han sido vacunados contra la enfermedad de varicela.

Cuando una persona menor de 60 años, siendo esta una edad en la que se presentan mayores complicaciones, finaliza su tratamiento de herpes zóster, puede presentar secuelas de la enfermedad, sin embargo, no se convierte en una limitación para continuar con sus actividades diarias. Así le ha pasado al paciente *Quijano, aunque aún siente algo de dolor, asegura que no ha tenido una razón para incapacitarse o para cambiar su ritmo de vida.

*Nombre cambiado por petición de la fuente.