La zozobra era innegable: en menos de una semana tres personas fueron reportadas como desaparecidas para después ser encontradas en distintas zonas de Bogotá, desorientadas y víctimas de robo.

A una de ellas la dejaron convulsionando, pero el peor desenlace fue el de Hernán Felipe Mejía, de quien no se supo nada después de haber salido de un restaurante. Dos días más tarde hallaron su cuerpo sin vida. No tenía rastros de violencia y la conclusión de Medicina Legal, según versiones de su familia, fue que había muerto por una sobredosis de fármacos.

Días antes, a un hombre de 26 años lo golpearon y apareció debajo de un puente, sin recuerdos de qué le había ocurrido. Otro caso con tintes de tragedia fue el de Pawel Camilo Restrepo Torres, un ingeniero de Ibagué que estaba de visita en Bogotá, quien estuvo desaparecido por un día y medio, tras ser atracado con escopolamina.

Cuando uniformados de la Policía lo dejaron frente a un hospital, argumentando que su comportamiento era muy errático, huyó corriendo y fue atropellado por un automóvil, lo que le causó la muerte.

Los casos, aunque fueron aislados, tienen algo en común: todas las víctimas fueron reducidas con sustancias narcóticas y testigos vieron que estaban acompañados de mujeres, por lo que la Policía y las alcaldías de las ciudades más afectadas ya han desplegado acciones preventivas para contrarrestar el uso de fármacos para delinquir.

Las autoridades aseguran que los delincuentes que utilizan sustancias facilitadoras de delitos no actúan solos, sino que usan personas para perfilar a la víctima.

Según las autoridades sanitarias del país, el empleo de toxinas como la escopolamina no está en niveles epidemiológicos preocupantes. Sin embargo, el Instituto Nacional de Salud (INS) dice que entre octubre del 2021 y abril de 2022 han sido notificados de 145 intoxicaciones por escopolamina, además de otros 397 casos de víctimas de otro tipo de químicos.

El mayor registro de estos hechos se presentó a finales de noviembre y la primera semana de diciembre del año anterior, con 25 casos.
Según informó la Policía Metropolitana de Cali, este fenómeno tiene índices más bajos de denuncias en esta ciudad que en Bogotá y Medellín.

En los últimos cuatro años no se han presentado muertes por esta modalidad. En cuanto a personas que denunciaron ser asaltadas así, en lo corrido del año van 22 casos, lo que significa una reducción del 73 % en comparación con el mismo periodo de 2021, cuando se reportaron 83.

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Autoridades administrativas de la capital del país dicen que entre enero y mediados de mayo se han presentado más de 800 hurtos en los que se ha usado alguna clase de narcótico, en especial en el transporte público, sin que se hayan presentado desenlaces como en los casos de abril pasado.

Según el concejal bogotano Emel Rojas, hay 80 % más registros que en 2021, y señala que hay 165 bandas que recurren a estos métodos para someter a sus víctimas. La Policía Metropolitana dice que en lo que va del 2022 ha recibido 300 llamadas con estas denuncias.

El investigador de temas de violencia y conflicto Néstor Rosanía enfatizó que las estadísticas no demuestran que en los tiempos recientes se haya presentado un incremento en los casos de robos con escopolamina o con sustancias tóxicas, pero sí ha notado un fenómeno de sofisticación por parte de los delincuentes, quienes cada vez parecen incorporar más miembros a su organización, en especial personas que ofrecen mayor seguridad para cometer el delito.

“No hay registros de comportamientos anómalos de las cifras, pero sí hay más exposición en redes sociales y medios de comunicación por las muertes que han causado. Eso ha revelado mejor el modus operandi de algunas bandas, que están actuando con mucha sofisticación al incorporar a nuevos miembros. Este es un crimen de vieja data, en el que atacaban distintos puntos en la vía pública y en bares, principalmente, pero ahora han expandido su influencia a la seguridad de lugares nocturnos. De esa manera no tienen que estar buscando víctimas en diferentes sitios, si no que permanecen estacionarios y protegidos”, explica.

Agrega que esto es posible debido a que este es un crimen muy rentable y a que, dicen algunas fuentes judiciales, la rentabilidad puede alcanzar hasta los $20 millones en ganancias por noche.

Rosanía plantea que también incorporan vehículos de transporte público y de plataformas para realizar el llamado ‘paseo millonario’, en el que llevan a la persona, sometida por la dosis, a cajeros electrónicos para hacer retiros.

El investigador de violencia indica que otro elemento que juega a favor de la comisión de este delito es que los riesgos para los perpetradores son relativamente bajos.

“Los resultados inmediatos de estos robos son dinero en efectivo, posibilidad de compras con tarjetas o retiros en cajeros automáticos. Además, tienen acceso a elementos de fácil venta como computadores, celulares, tabletas, relojes, joyas y accesorios. De esa manera no tienen que recurrir a procesos demorados como desguazar un vehículo y vender sus partes, y están mucho menos expuestos a ser encontrados por las autoridades con evidencias que nos puedan inculpar de su hurto”.

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No solo escopolamina

Luis Carlos Rojas, toxicólogo de la Clínica del Country y profesor de psicofarmacología de la Universidad del Rosario, explica que las sustancias que emplean los ladrones son las que tienen potencial hipnótico y de somnolencia, lo que les permite llevar a sus víctimas a un estado de sometimiento a su voluntad.

“Entre las más comunes está el alcohol, por eso eligen sitios como bares y lugares de rumba. A mayor consumo, hay más posibilidad de disminuir las capacidades y, de forma natural, genera pérdida rápida de la memoria”, indicó Rojas.

Otras de las sustancias que utilizan son las benzodiacepinas, entre ellas el Lorazepam y el Clonazepam, que son recetados por médicos como ansiolíticos para mejorar los síntomas de la ansiedad y para tratamiento del insomnio, en el caso del primero, y para tratar casos de psicosis y manía. El segundo es usado como relajante muscular, como preanestésico y para el tratamiento de las alucinaciones alcohólicas.

El toxicólogo explica que estas sustancias no son de venta libre y las autoridades hacen extensa vigilancia de su distribución para asegurarse de que no terminen en bandas de ladrones conocidas como ‘Las Tomaseras’.

Dice que la escopolamina no es tan común porque se extrae de una planta y requiere de experiencia para poder sacar la sustancia, pero añade que en muchos de los casos en los que se ha presentado una sobredosis es porque los criminales, que no tienen muchos conocimientos en medicina, química o biología, mezclan sustancias, provocando depresiones respiratorias.

Las autoridades de Policía iniciaron planes de prevención. En Cali, se articularon las Seccionales de Investigación Criminal (Sijín) e Inteligencia Policial (Sipol), con el Gaula, la Policía Fiscal y Aduanera, el Grupo de Prevención y Educación Ciudadana entre otras, para el cuidado de la ciudad y el área metropolitana.

La Policía realizará visitas de control a las farmacias para verificar que se cumplan los protocolos establecidos por la ley para el suministro de medicamentos sedantes.

Los efectos

El sistema nervioso central tiene funciones conscientes e inconscientes, por lo que la escopolamina afecta su normal desempeño, impidiendo la formación de pensamientos o de recuerdos.

Asimismo, también influye en los actos reflejos como el sueño y la actividad de algunos órganos como el corazón, de acuerdo con lo indicado por los especialistas.

Consejos

De acuerdo con la Policía Metropolitana de Cali, en el marco del lanzamiento del plan Todos con Voluntad, los consejos para prevenir este delito en la ciudad son:

Si está en un sitio de rumba, asegúrese de que el licor sea destapado en la mesa.

No es recomendable recibir tragos de personas que acaba de conocer en un establecimiento nocturno.

Tenga en cuenta que no debe descuidar su bebida, vigile que personas externas no se acerquen a su bebida mientras baila.

Evite que los vendedores se arrimen a su mesa con el pretexto de ofrecer algún producto que deba consumir, pues puede estar contaminado.