Una escultura, un momento histórico y un pleito político ajeno al artista: “La paloma de la paz” del colombiano Fernando Botero, fallecido el viernes 15, es un ejemplo de la carga simbólica de la obra del maestro en la historia de su país.
Desde el plebiscito de paz en 2016 hasta la toma de posesión del actual presidente Gustavo Petro en 2022, la pieza ha sido emblema y, en ocasiones, botín de la coyuntura política. En septiembre de 2016, Colombia estaba por concretar la firma de un acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, otrora el grupo rebelde más poderoso de América.
Días antes del acuerdo, Botero le entregó al entonces presidente Juan Manuel Santos (2010-2018) “La paloma de la paz”, una escultura de bronce de unos 70 centímetros de altura que, con el voluminoso estilo que hizo célebre a su autor, representa una paloma blanca con el pico dorado.
Fue la segunda obra que el pintor y escultor donó a la presidencial Casa de Nariño después la “Madre Superiora”, entregada durante el gobierno de Belisario Betancur, en el periodo, de 1982 a 1986.
Regalo sincero a Colombia
El artista, nacido en 1932, lo presentó como un “regalo a mi país para expresar mi apoyo y mi solidaridad con este proceso que brindará un futuro de esperanza e ilusión”, pero la paloma quedó atrapada en la polarización de un plebiscito en el cual los colombianos debían votar “sí o “no” a los acuerdos alcanzados entre el gobierno y las Farc tras cuatro años de negociaciones.
“No creo que la posición de Botero al hacerla haya sido tomar partido, más allá de apoyar un proceso de paz que en Colombia es una necesidad”, indicó Pilar Velilla, exdirectora del Museo de Antioquia, región natal de Botero, y cercana al difunto artista.
El 2 de octubre el “no” se impuso en las urnas por un estrecho margen. Con ciertas modificaciones al texto inicial, el pacto de paz se firmó en noviembre de ese año en Bogotá. La escultura, como el acuerdo, ha sido desde entonces objeto de controversias políticas.
La paz de Santos vs. la incoherencia de Duque
La pieza fue ubicada en un lugar destacado: la antesala del salón Gobelinos de la Casa de Nariño, donde permaneció hasta mediados de 2018.
Faltando dos semanas para su posesión, la escultura fue trasladada de su lugar de honor al Museo Nacional por decisión del gobierno de Santos.
Aunque el ejecutivo argumentó que el traslado obedeció a un interés por darle mayor visibilidad, se instaló fuertemente la suposición de motivaciones políticas relacionadas con los nuevos ocupantes del Palacio.
Petro y el regreso al Palacio
En 2022, Petro, un exguerrillero que depuso las armas en 1990 como parte de un acuerdo de paz, se convirtió el primer izquierdista en la historia de Colombia en llegar a la presidencia.
El presidente electo pidió que “La paloma de la paz” y la espada del libertador Simón Bolívar estuvieran presentes durante su acto de posesión el 7 de agosto. Pero la noche anterior al evento los organizadores denunciaron que el gobierno saliente se negó a trasladar ambos objetos aduciendo motivos de seguridad.
El 1 de septiembre, Petro publicó en su cuenta de Instagram una foto en la que aparece junto a la escultura en el palacio de gobierno, donde permanece hasta hoy. “Otra vez en su lugar”, escribió bajo la imagen.
Replicada y vandalizada
En febrero de este año la ciudad natal de Botero, Medellín, fue uno de los principales epicentros de una movilización de la derecha contra el gobierno de Petro.
En una avenida céntrica de la ciudad, los manifestantes se cruzaron con un aspirante a la alcaldía afín a Petro, Juan Carlos Upegui, que aguardaba con flores junto a una réplica de la obra. Los opositores al gobierno increparon al candidato, quien debió huir del lugar, y tumbaron la réplica de su pedestal.
“Muy simbólica nuestra oposición. ¿Qué daño les hace el arte y la paz?”, escribió ese día Petro en la red social X (antes Twitter) junto a una foto de la escultura vandalizada.
Para Velilla, “habrá quienes ponen a ‘La paloma’ al servicio de su proyecto político (...) Pero eso se sale de la obra”.
Con información de AFP