No se sabe si tiene nombre, ni cuántos años ha vivido. Lo único cierto es esa mirada: una mezcla de dolor, agotamiento y resistencia.
Así la encontraron, acurrucada a un costado de la carretera que comunica a Popayán con la población de Coconuco, en el oriente del Cauca. Una mirada que habla por ella, porque nadie más lo hace.
Según relataron los testigos de esta escena, la perrita fue abandonada junto a sus cachorros en uno de los tramos más fríos de esta vía. Quien la dejó allí no tuvo compasión: la expuso al sol de la mañana, al viento helado de la cordillera y a la incertidumbre de sobrevivir mientras sus pequeños luchaban por mantenerse con vida.
Uno a uno, los conductores y trabajadores de la zona fueron encontrando a los cachorros y tratando de ubicarlos en hogares temporales, pero la madre sigue allí, fiel al lugar donde los vio por última vez, recibiendo alimento de quienes ahora intentan cambiar su destino.
“Dios nos enseña que el mal se combate con el bien. Por eso, entre varios que trabajamos por acá le brindamos pan y otros alimentos. Pero lo urgente es encontrarle un hogar, alguien que le dé amor y un espacio digno para que no siga sufriendo. Se nos parte el alma verla tirada en la carretera”, dijeron las personas que presenciaron el abandono y que hoy se han convertido en sus protectores improvisados, aceptando que no tiene donde ubicarle por el momento.
Conmovidos por su actitud dócil y su evidente necesidad de cuidados, los trabajadores tomaron una fotografía y decidieron publicar su historia en redes sociales, con la esperanza de que alguien —en Popayán, o quizá en cualquier lugar del mundo— quiera adoptarla y darle la vida que merece.
No se trata solo de rescatar a un animal en condición de vulnerabilidad: es también un llamado urgente a la responsabilidad y a la empatía, más en una de las zonas más violentas del suroccidente del país.
“Es una realidad que la vía Popayán–Coconuco se ha convertido en un lugar para abandonar perros y gatos. Después de la pandemia esto se incrementó. Tal vez algunos piensan que así se libran de la obligación de cuidarlos, pero eso no se hace. Siempre existen alternativas menos traumáticas”, añadieron los trabajadores que hoy cuidan de la perrita, cuya mirada refleja el sufrimiento que ha vivido y la esperanza de que unas caricias y unas palabras amables puedan cambiarlo todo.
Mientras tanto, ella sigue esperando. No entiende por qué la dejaron allí, pero sí siente la compasión de quienes se han acercado para ayudarla. Su historia, ahora publicada, busca encontrar a esa persona capaz de darle un nombre, un hogar y un final distinto al abandono que marcó su destino. Por eso, las personas que deseen ayudar, se pueden contactar al 310 6685097.