El presidente más popular de la historia de Colombia regresó a su natal Antioquia para pasar unos días en su finca Llanogrande. En el aeropuerto fue abordado por miles de personas que querían decirle adiós y que le dieron las gracias por los ochos años de Gobierno.

Eran las siete en punto de la noche del pasado sábado, cuando el capitán Giovanni Cianci invitó a los pasajeros del vuelo 9326 de Avianca a relajarse y a disfrutarlo durante los 28 minutos que duró, hasta que aterrizamos en el aeropuerto ‘José María Córdoba’ de Rionegro, Antioquia. Fue el vuelo de retorno a su tierra de Álvaro Uribe Vélez después de gobernar Colombia entre odios y amores durante ocho años.En la primera fila estaban doña Lina, su esposa y polo a tierra, y el ex presidente que prefirió el pasillo para poner entre los dos a su mascota pug ‘Maoreferendo’, que ocupará lugar de privilegio en la finca de Llanogrande, porque según me dijo la ex primera dama: “Este es el único referendo que sobrevivió en Colombia y, por lo tanto, le esperan mejores días”.Durante su paso por la sala VIP de el puente aéreo en Bogotá, el ex presidente que ha gobernado Colombia durante más tiempo no paró un solo instante, pues cuando lo reconocieron, los pasajeros y empleados de la aerolínea saltaron como resortes con sus cámaras y celulares para tomarse una foto con este antioqueño que deja acuñada la frase de “trabajar, trabajar y trabajar, con estas carnitas y estos huesitos”.Todos los que lo abrazaron para el recuerdo le dijeron “gracias Presidente por lo que le deja al país durante estos ocho años”. Tampoco faltaron los extranjeros que vinieron a saludarlo y, mientras lo acomodaban para su foto, le repetían que sabían de él por la prensa de sus países y que les permitiera “retratar ese momento emotivo”.Durante ese tiempo tomó una champaña que le invitó Amalia Espinoza, la azafata que lo atendió durante el vuelo del regreso; conversó con sus amigos durante todo el itinerario que terminó con un caluroso recibimiento de más de dos mil paisanos antioqueños, que le gritaban frases de agradecimiento y de orgullo paisa, las cuales mezclaron con el “Oh libertad que perfuma las montañas de mi tierra, deja que aspiren mis hijos tus olorosas esencias...” que es la primera estrofa del himno antioqueño.Una camioneta negra blindada lo esperaba afuera y de ella tuvo que salir más de dos veces para saludar a su gente que se negaba a dejarlo partir para su finca, atravesando carteles que rezaban: “Uribe, bienvenido a tu casa otra vez”.En Bogotá lo despidieron sus hijos, Tomás y Jerónimo y sus nueras. Uribe les dio un beso paternal y muchas recomendaciones “para que se manejen bien y se cuiden”, no sin antes marcarles en su frente la bendición de papá.Sus hombres de seguridad cargaron luego las catorce maletas que componían el último equipaje del ex mandatario que, según su esposa Lina, “gobernó con amor, con entrega y con respeto por este país y por el pueblo. Creo que siempre tuvo un compromiso con la gente, y a veces llegó a salirse de sí mismo, en el buen sentido, para entregarse a los demás”.Así fue el retorno a casa de Uribe. Pero este mismo lunes viaja a Nueva York para trazar la hoja de ruta de su trabajo como vicepresidente de la Comisión de la Verdad designada por la ONU para investigar el asalto israelí a la “flotilla de la libertad”, que dejó varios muertos y una protesta mundial. El resultado tendrá que entregarlo antes de finalizar este año.En este vuelo del retorno lo acompañaron quienes estuvieron con él durante su gobierno. Fueron inevitables las lágrimas y los aplausos. Y las frases: “siempre habrá un antes y un después de Uribe” y “siempre estará en el recuerdo de los colombianos su capacidad de trabajo y su lucha contra el terrorismo”.