Una nueva pareja de nutrias gigantes se posa curiosa ante los visitantes que han vuelto a frecuentar las instalaciones del Zoológico de Cali. Y un papión llamado Julio, en honor al jardinero Julio Muñoz, fallecido hace unos meses, explora las novedades del hábitat que emerge para él en medio de la ciudad.

Ese es el nuevo panorama que se aprecia por estos días entre los jardines y las exhibiciones de más de 2500 especies animales que habitan este espacio de ciudad, y que tras un largo cierre han vuelto a despertar la curiosidad de grandes y pequeños.

Y es que gracias al ímpetu de su directora, la caleña María Clara Domínguez y, a los colaboradores de la Fundación Zoológica de Cali, hoy este parque animal, que ha sido reconocido como uno de los cuatro mejores Zoológicos de Latinoamérica, con uno de los mariposarios más modernos del continente y una colección única de ranas venenosas, se erige como símbolo de orgullo caleño, en el que confluye la ciencia, el aprendizaje y la consciencia ambiental.

Por eso, luego de permanecer cerrado por siete largos meses, tras la pandemia provocada por el covid-19, y debiendo suspender muchos de los proyectos que se llevaban a cabo en el momento, encontraron en la crisis una oportunidad, y ahora han demostrado que las situaciones adversas también generan resultados positivos.

Con membresías de por vida para los amantes de la fauna, comidas a domicilio desde el restaurante Hacienda del Bosque —espacio que también administra la Fundación—, recorridos virtuales pagos y otras estrategias, han reiniciado labores y se han abierto campo en varios proyectos más.

“Durante toda esa época nos reunimos en equipo y decidimos generar varias estrategias. Primero preparándonos para lo virtual, la Fundación no estaba lista para esto, entonces nos tocó construir la página de ventas virtual de la tienda que tenemos en el parque, sacamos comida para venta a domicilio con el restaurante Hacienda del Bosque e iniciamos recorridos virtuales por el parque para que el público estuviera conectado a la organización, lo hicimos casi por un mes y después decidimos vender esos recorridos pues tenían muy buena acogida”.

Cuenta, además, Domínguez que con la empresa privada se hicieron casi 70 recorridos virtuales pagos, lo que les ayudó a apalancarse en momentos de escasez mundial. Y que el espíritu solidario de los caleños los benefició con donaciones en especie, como frutas exóticas que iban a exportación o que no se habían vendido, pollo y otro tipo de alimentos que fueron el sustento diario de aves, reptiles, mamíferos, anfibios, peces, entre otros, que no pudieron estar mejor alimentados.

“Estas fueron una serie de estrategias y acciones que fueron sumando y que nos ayudaron a que la pérdida económica que veníamos teniendo no fuera tan profunda”, confiesa la caleña, graduada en zootecnia de la Universidad Nacional de Palmira, quien desde hace 34 años asumió la dirección de la Fundación Zoológica de Cali, este bello espacio de ciudad, al que hoy se suman grandes proyectos.

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Mientras todo eso sucedía, y los caleños se resguardaban del virus en sus hogares, el equipo del Centro de Innovación Ciudadana en compañía del equipo de sustentabilidad, ambos de la Fundación Zoológica de Cali, enfocaban toda su energía en generar proyectos que les permitieran aplicar a otro tipo de ingresos.

Entre ellos, estuvo reestructurar y conservar el espacio público a lo largo del Corredor Ecológico Río Cali, proyecto que le fue otorgado a la institución bajo un contrato con la actual administración distrital a través de la oficina de Bienes y Servicios del Distrito de Santiago de Cali.

“La gente se preguntará por qué la Fundación está trabajando en esto, muchos dirán que no tenemos por qué hacer mantenimientos ni mucho menos administrar corredores, pero la verdad es que nuestra misión como organización es velar por la conservación del patrimonio natural y cultural de la región y el corredor Río Cali, en su cuenca urbana, es parte de nuestro patrimonio cultural y natural, por eso nos le medimos a este reto”, explica Domínguez quien, con la Fundación, actualmente está dando continuidad al proyecto que inició desde el año pasado con mejoras al corredor de andenes de caminantes desde el Zoológico hasta el hundimiento del túnel de la sexta.

“Ahora, tenemos que velar porque toda la ribera del río se encuentre en las mejores condiciones, hacer mantenimiento a la arborización, así como a las pérgolas, barandas y puentes del sector y adicional a esto, trabajar para que la comunidad utilice el espacio, para ello estamos ideando cosas interesantísimas que las irán viendo durante todo este año”.

Pero los proyectos no paran ahí, cuenta Domínguez que recientemente, en la Laguna del Sonso -lugar en el que también trabaja por la conservación de este hábitat-, en el Centro de Educación Ambiental Buitre de Ciénaga han venido realizando un arduo trabajo educativo, dando capacitaciones en gastrobotánica y cuidado ambiental, a fin de que sea la misma comunidad, la que les ayude a monitorear varios elementos ambientales del lugar.

“Se hizo el inventario de buitre de ciénaga que había en la laguna, que, por cierto, salió un grupo bien interesante de 36 individuos y venimos trabajando con la comunidad de los alrededores de la laguna, porque nos parece importante que sean ellos los que se apropien de su territorio, lo cuiden y nos ayuden a cuidarlo”, relata.

Por lo pronto, Domínguez, que ha sido presidenta de la Asociación Colombiana y Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (Acopazoa) y de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos (Alpza), y quien se ha propuesto dejar el parque listo en términos de infraestructura para finales de este año, sigue al frente de las obras que quedaron a media marcha cuando inició la pandemia. Son estas el Camino de los Andes 2, al interior del Zoológico, que hace un reconocimiento a la biodiversidad de especies de Cordillera Andina. Y el mirador del Jardín Botánico, un espacio para el avistamiento de aves que habitan este bosque seco tropical de 14 hectáreas que bordean el río Cali.

La directora tiene un sueño: “Quiero que nuestros animales tengan las condiciones de vida adecuadas y que cada una de estas exhibiciones parezca un ecosistema colombiano”.

Otros proyectos

Conciencia ambiental

La Fundación Zoológica de Cali asumió el cuidado de lugares como la Isabela, el predio de 17 hectáreas entregado por la CVC, ubicado a orillas del humedal La Marina, en la Laguna de Sonso.

Se trata de un espacio natural para la conservación ambiental al que también ha puesto todo su empeño por recuperar, para promover el turismo ecológico.

La antigua casona del Cali Viejo, donde ahora funciona el reconocido restaurante Hacienda del Bosque, también es administrada por la Fundación Zoológica de Cali, un espacio gastronómico rodeado de naturaleza.

Desde el año 2007 se trabaja en un proyecto de conservación de anfibios de Colombia y ranas venenosas.

Proteger la vida

Cerca del 80 % de los animales que hay en el Zoológico de Cali son nativos de Colombia y únicamente el 20 % es fauna exótica. Una labor de conservación y preservación de la fauna de nuestro país que la Fundación se ha tomado muy en serio.

Esta institución, que desde hace unos 15 años se convirtió en una entidad de gestión ambiental, ha sido la encargada de preservar muchas especies, algunas en peligro de extinción como el Cóndor de los Andes, de los que en 1999, dos de estos ejemplares fueron criados y liberados en el Parque Nacional de los Nevados. Una innegable labor por la preservación de la vida que cada vez se hace más importante.

Para Arelix Santiago, cuidadora de animales de la Fundación Zoológica de Cali, uno de los momentos que más le ha marcado en sus 12 años de labores, ha sido participar en la crianza asistida de un cachorro de león al que su madre rechazó, una experiencia que aún hoy recuerda con emoción. Para ella, como seguramente lo es para muchos ciudadanos, este espacio al oeste de Cali, guarda magia, “un lugar que cuida vidas y enseña a otros a cuidar vidas”.

“Creo que han sido muchos los momentos emotivos que he tenido en este espacio. Ser cuidadora más que un trabajo, ha sido un estilo de vida y me ha permitido aportar desde mi labor diaria a la conservación y preservación de muchas especies en amenaza”, destaca Arelix quien bajo su cuidado tiene leones, papiones, osos de anteojos y lémures, a los que nunca ha abandonado, incluso en medio de la cuarentena.

Un tiempo de pausa mundial para los humanos, en el que la vida silvestre se mostró a sus anchas, y del que este afamado parque no animal no fue la excepción.

Nuevos integrantes y algunos nacimientos de primates y mamíferos como tatauros, chigüiros y venados hacen parte de esa gran familia que alberga hoy la Fundación.

Una familia tan protegida y apreciada que incluso, como parte de su estrategia de enriquecimiento ambiental, llevó hasta su hábitat, la música clásica, en manos del pianista y reconocido columnista Mario Fernando Piano. María Clara Domínguez considera que “la música no solo es importante para los humanos, los animales también disfrutan de ella, y vimos la oportunidad de darles a nuestros animales una serenata y a Mario Fernando le encantó la idea, él nos acompañó en el piano en distintas zonas del parque. De hecho, Arelix ha sido una de esas mujeres que también ha buscado llevarles una experiencia de calma absoluta y buena música”.

El Jardín Botánico

Se espera que a finales de este año caleños y visitantes puedan disfrutar del Jardín Botánico de Cali, que está actualmente en un proceso de reestructuración.

Camilo Londoño, director de Sustentabilidad del Jardín Botánico, asegura que dicho proyecto “genera una demanda tanto de dinero, como de presencia humana, y la pandemia ha coartado el flujo económico y de gestión, eso ha ocasionado una serie de retrasos e inconvenientes. Afortunadamente, se cuenta con el respaldo de la Fundación Zoológica de Cali, administradora de este proyecto, que ha generado una serie de recursos, soporte administrativo y logístico, lo que ha permitido sobrepasar esta situación y encauzar nuevamente para ofrecerle a los caleños otra opción para disfrutar de la naturaleza a finales de este año”.

Según los censos de fauna y flora que se hicieron hace algunos años atrás en el Jardín Botánico —que no se han podido actualizar pero es algo que se quiere hacer pronto—, hay aproximadamente unas 42 especies de plantas, 8 especies de fauna, entre mamíferos, reptiles y 15 especies de aves. Tiene 14 hectáreas de un bosque en recuperación que hace más de 50 años está en proceso de regeneración natural.

“Este actúa como una especie de tapón para frenar el desarrollo de la ciudad sobre la cuenca del río Cali”, y presta, según Londoño, “una serie de servicios ambientales incalculables para la ciudad, como la regulación hídrica. De esa cuenca se toma el 30 % del agua que se le proporciona a los caleños; ayuda en la conservación de los servicios ecosistémicos, promueve las relaciones ecológicas en el territorio y es muy importante para garantizar a futuro los servicios de agua y la oferta de alimento para la fauna silvestre de la cual es refugio”.

La Fundación Zoológica de Cali optimiza recursos a través del ingreso de la taquilla, ventas y otros servicios a través de sus plataformas: el Zoológico y el restaurante Hacienda del Bosque, y llegan donaciones y dineros través de proyectos con entidades gubernamentales y no gubernamentales que apoyan el proceso de sostenimiento de la Fundación y los recursos dirigidos hacia el Jardín. “La sociedad civil ha sido fundamental en la generación de recursos para consolidar el proyecto. El año pasado se hizo una gala tropical en la que la ciudadanía aportó un dinero, con la compra de unos puestos en unas mesas, para el Jardín Botánico”, agrega.

El Jardín está conformado por 14 hectáreas de un ecosistema de bosque seco tropical, uno de los más amenazados a nivel mundial y que antes predominaba en el Valle del Cauca, pero, explica Londoño, “prácticamente ha desaparecido por la expansión de la frontera agrícola, especialmente la caña de azúcar. Se busca que la ciudadanía se conecte con el lugar y tenga más información y capacidad de transformar sus hábitos y generar impacto positivo en el ambiente”.