Por: Mario Andrés Lozada Tezna
Hablar con Héctor Montaño “Terminator” es escuchar a Cali narrarse a sí misma desde el sonido. Melómano y coleccionista desde hace más de cuarenta años, Montaño no solo ha acumulado discos, sino experiencias, noches de baile, conversaciones infinitas y una relación íntima con la salsa y los géneros antillanos, entendida como cultura viva. Su colección de LP no es un ejercicio de nostalgia vacía, sino una forma de resistencia frente a la aceleración del consumo musical digital contemporáneo.
Durante la entrevista, Montaño insiste en que la salsa no nació para ser fragmentada en listas de reproducción ni comprimida en archivos digitales.
“El LP es para estar en la historia, no se trata de hacer audiciones con carpetas digitales”, afirma, recordando cómo cada cara del disco tenía una narrativa, una intención clara del artista. En contraste, la actualidad privilegia la inmediatez: canciones sueltas, escuchas rápidas y una relación más superficial con la música. Para él, el problema no es la tecnología en sí, sino la pérdida del ritual: sacar el disco de la funda, leer los créditos, reconocer músicos y arreglistas, entender el contexto.
Uno de los puntos más críticos de la conversación gira en torno al bolero, un ritmo que Montaño considera injustamente relegado dentro del universo salsero actual.
Recuerda que el bolero fue la base emocional de muchas orquestas y cantantes, un espacio para la pausa, la letra y el sentimiento. Hoy, dice, se privilegia la velocidad y el impacto inmediato, dejando poco lugar para la introspección que el bolero proponía. Defender este ritmo no es oponerse a la evolución, sino reconocer que sin raíces no hay futuro musical sólido.
“El bolero es la máxima expresión del romanticismo, además que es la fuente de muchos artistas que harían salsa romántica, no podemos dejar de lado los originales”
Sin embargo, la mirada de Montaño no es pesimista. Lejos de descalificar a las nuevas generaciones, reconoce con sorpresa y entusiasmo que muchos jóvenes siguen escuchando salsa, aunque lo hagan desde otros formatos.
“La música encuentra el camino”, señala, destacando cómo algunos jóvenes llegan al vinilo después de descubrir canciones en plataformas digitales. Para él, esto demuestra que la salsa sigue teniendo algo que decir, incluso en un contexto dominado por otros géneros y lógicas de consumo.
“La salsa nació en un contexto popular y siempre ha sido callejera, no es de altos estratos”, Afirma Héctor Montaño, quien tiene un amplio legado en la programación salsera y el conocimiento musical de Cali y las distintas vertientes que tiene este amplio espectro musical.
Héctor Montaño representa a una Cali que escucha, que recuerda y que cuestiona. Su voz es un llamado a detenerse, a volver a poner el disco completo y a entender que la salsa no es solo música para bailar, sino un archivo emocional y social que merece ser cuidado.
En tiempos de consumo rápido, su melomanía es, quizá, una forma de resistencia cultural.