CARROS
Los peligros de no cambiar las luces de altas a bajas cuando se encuentra con otro vehículo
El encandilamiento es uno de los factores generadores de accidentes de tránsito. Precauciones.
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10 de feb de 2020, 07:44 p. m.
Actualizado el 27 de abr de 2023, 03:43 a. m.
Además de omitir las leyes de tránsito y normas de cortesía al volante, los conductores nocturnos, que no cambian las luces de sus vehículos de altas a bajas al detectar otro automotor en sentido contrario, ponen en riesgo a los ocupantes del otro vehículo, ya que su conductor queda momentáneamente ciego debido al deslumbramiento ocasionado por el intenso haz de luz.
Para entender mejor lo que ocurre en esos riesgosos segundos en los que el conductor afectado pierde la referencia del camino y queda conminado a conducir por mero ‘instinto’, debido a la parcial ceguera, vale la pena conocer algo más de ese nocivo efecto lumínico conocido como encandilamiento.
Lo primero a mencionar al respecto es que es un fenómeno fisiológico, que se presenta cuando la pupila se satura de luz y reacciona de inmediato cerrándose y dejando parcialmente ciego a quien recibe la descarga lumínica.
Vale destacar, que aunque la ceguera pasajera ocasionada por encandilamiento solo dura los pocos segundos que tarda el otro auto en pasar, ese escaso y a la vez ‘eterno’ tiempo es suficiente para que un automovilista pierda el control de su vehículo y termine impactando un árbol, poste, costado del camino y en muchas ocasiones, al automotor del conductor que no hizo el cambio de luces.
Como si fuera poco, en esos instantes ausentes de visión un conductor puede arrollar a un peatón, motociclista o al vehículo que marcha adelante, entre otras graves consecuencias.
De otra parte, es preciso mencionar que el encandilamiento resulta mucho más peligroso cuando se conduce bajo condiciones de lluvia o piso húmedo.
En estas circunstancias, el poder lumínico de las luces vehiculares se ve ampliamente restringido y por esa razón, su correcto uso resulta definitivo para poder ver y ser detectado a tiempo.
Además de esta restricción visual, el pavimento mojado restringe la adherencia de las llantas, generando una mayor distancia de frenado, que por regla general es el doble de la recorrida en una frenada en condiciones secas.
Lo peor de conducir bajo estas condiciones adversas (agua) es el riesgo de sufrir un fuerte impacto u volcamiento, que se multiplica si se requiere realizar una frenada de emergencia o viraje brusco, por ejemplo.
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