Valores vallecaucanos: La lucha de Enelia por cambiar la vida de los campesinos a través de la quinoa

Enelia Vásquez es una activista ambiental que a través del cultivo de quinoa busca cambiar la vida de los campesinos del Cañón del Chinche, uno de los lugares más bellos y recónditos del departamento.

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Enelia vive entre Palmira y la vereda El Carrizal, en El Cerrito, donde desarrolla su proyecto de siembra de quinoa. | Foto: Especial para El País

26 de nov de 2017, 09:07 a. m.

Actualizado el 28 de abr de 2023, 07:08 a. m.

El Cañón del Chinche, a una hora de Palmira, puede ser uno de los lugares más bellos de Colombia. Es un conjunto de tremendas montañas verdes atravesadas por cascadas diáfanas que se desbocan hasta los ríos que forman el Amaime.

Allí, en medio de esa belleza sosegada, tiene su hogar una mujer que está cambiando el mundo, o al menos el mundo de la provincia que la rodea. Se llama Enelia Vásquez y cuando habla de ese sitio – El Carrizal, zona rural de El Cerrito – dice cosas como “el hermano río” o “la hermana tierra” o “la hermana lluvia”.
Enelia ama la tierra, es evidente.

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Hace 7 años juntó a otros ecologistas y creó la fundación ‘Guerreros por la Madre Tierra’, que arrancó limpiando ríos, plantando árboles y sembrando conciencia sobre la necesidad de preservación en los bordes que el planeta alcanza de ese lado. Fue allí cuando conoció de primera mano lo que parece todos saben pero pocos recuerdan: que los campesinos viven en condiciones realmente difíciles, sin tierras, alquilando a terratenientes para sembrar, trabajando todos los días bajo el sol y la lluvia para que los intermediarios finalmente se queden con las ganancias.

Durante mucho tiempo pensó cómo se podía cambiar aquello, hasta que conoció un pequeño grano llamado quinoa y empezó a concebir una idea. Pasó hace unos tres años, cuando se enteró de que la quinoa fue denominada por la FAO como un superalimento, por contener el doble de propiedades nutricionales que cualquier cereal, siendo además mucho más fácil de sembrar y procesar.

Entonces Enelia, que estudió psicología a distancia en la Universidad Nacional, que está casada con Walter y que tiene dos hijos, decidió investigar y de pronto se hizo la luz: descubrió que el consumo de quinoa se estaba incrementando en todo el mundo gracias al hecho de no tener gluten, y a tratarse de un grano que no necesita de herbicidas para ser sembrado, por lo cual es completamente orgánico.

De modo que si en el Valle se empezaba a sembrar, no solo se le podía dar impulso a un mercado creciente sino ofrecer a los campesinos de la zona otras alternativas de trabajo digno, disminuyendo de paso el uso de químicos para la cosecha y sus consecuencias. Así que propuso su proyecto a un par de lugareños que le creyeron y le permitieron hacer una pequeña siembra con el objetivo de comprobar la viablidad del grano. Que dio resultado.

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Lo que fue la cuota inicial para ampliar su sueño: cosechar diez hectáreas en pleno Cañón del Chinche, y permitir a diez mujeres encargarse de cada hectárea, cuya producción sería vendida en las ciudades. Lo que con el tiempo se ha ido dando gracias a la conjunción de varias cosas: en 2016 Enelia ganó el Premio a la Mujer Vallecaucana entregado por la Gobernación del Valle en la categoría Ciencia, gracias a su trabajo por el medio ambiente. Como premio recibió apoyo para su proyecto, que le permitió desde el mes de marzo de este año, comenzar el trabajo en los cultivos. Hoy, junto a otras cinco mujeres, ya tienen varios contratos con la cadena de supermercados ‘Merca Pava’ de Palmira, y otro con la comercializadora Quinoasure, la más grande del país en el negocio.

Enelia mira las espigas que se secan y de las que luego saldrá el grano. Las contempla y dice que lo suyo es un intento por cambiar el mundo. Aunque faltan muchas cosas. En la zona, por ejemplo, los campesinos no tienen agua potable ni pozos sépticos, de modo que sus residuos caen a las aguas transparentes de los ríos. Enelia sabe que cambiar el mundo implica demasiado. Demasiado. Sin embargo, mientras mira la quinoa, se vé convencida de que algo ya empieza a ser diferente.

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