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Pastoral Social ha estado entregando ayudas para las personas más vulnerables del municipio de Palmira. | Foto: Foto: Cortesía El País Palmira

PALMIRA

60% de habitantes de Palmira estarían necesitando ayuda en cuarentena: Pastoral Social

Pastoral Social alerta de necesidades de alimentación que requieren trabajdores informales, desempleados, entre otros, en ese municipio del Valle.

30 de marzo de 2020 Por: Redacción de El País Palmira

El padre Arturo Arrieta, director de la Pastoral Social, en el municipio de Palmira, sonríe, pero no es una risa de felicidad.

Su risa busca esconder la enorme preocupación por la titánica labor que viene realizando desde antes de decretarse el aislamiento preventivo obligatorio, o cuarentena, del Gobierno Nacional. Incluso, antes del toque de queda municipal.

El clérigo, anticipándose a la situación y debido a la problemática social que ya vivía el municipio con los inmigrantes venezolanos, donde se calcula hay alrededor de unos 6.000, ya había empezado a distribuir remesas entre estos.

Pero ahora, la situación es más caótica y supera todas sus expectativas.
Confiesa que no quiere ser “profeta de la calamidad”, pero no puede dejar de advertir que “en cualquier momento esto va a estallar”.


Se refiere a que, en cualquier momento, las personas y familias que viven del día a día, del rebusque, independientes, madres cabeza de hogar, inmigrantes que ganaban el sustento, en los semáforos, podrían levantarse en una gran revuelta social.

El remedio entonces para combatir la pandemia del Covid – 19, habría resultado ser peor que la enfermedad para un amplio sector de la población palmirana.

El padre Arrieta así lo ha entendido y por eso asegura que no es lo mismo enviar a cuarentena a la población de un país del primer orden, a los habitantes de América Latina donde el 60% de la gente vive del rebusque.

Dice también que están tratando de hacer la tarea, pero no ha sido fácil porque hay mucha gente pidiendo ayudas de todo tipo: alimentos, medicamentos, elementos de aseo, etc.

“Desde la Pastoral Social empezamos a hacer este ejercicio (entrega de remesas), unos días antes del toque de queda municipal, pero lo habíamos direccionado para los inmigrantes pues tenemos más de 6000 aquí en la ciudad. Entonces, imagínate, eso ya tiene su propia coyuntura”, dice el presbítero.

Por eso, empezó la campaña 'Es hora de amar más', con el apoyo de la institucionalidad a través del Sistema de Gestión de Riesgo y su voluntariado.

Sin embargo, confiesa que toda acción que se hace en este momento resulta pequeña, porque hay muchísima gente. Solo para mencionar un ejemplo citó al gremio de mototaxista cuyo número supera los más de 6.000 en el municipio.

“Desde el fin de semana antes de que empezara la cuarentena, hemos estado direccionando el trabajo en dos líneas: primero, alimentos preparados. Personal de la Pastoral y otro equipo dirigido por el padre José Dimas Orozco con el apoyo de la Policía y de la Secretaría de Integración Social, han entregado unos 800 almuerzos diarios en el sector de la galería, porque solamente en una residencia pueden vivir entre 50 y 60 personas”, cuenta.

También la labor social ha abarcado fundaciones que viven de la caridad.
“¿Tú te puedes imaginar?, esto lo hemos hecho todos los días, desde que empezó todo esto”, asegura sorprendido.

Una jornada para el equipo encargado de coordinar la entrega de alimentos preparados y de remesas, que es la otra línea de acción, empieza a las 8:00 de la mañana con los diferentes voluntariados de Defensa Civil, Cruz Roja, Gear, y hasta un grupo de jóvenes de una iglesia cristiana, porque insiste el sacerdote, en esta pandemia no puede haber colores políticos, ideologías, ni protagonismos religiosos.

Lo señala mientras revela que las líneas telefónicas de la pastoral están saturadas pues reciben hasta cuatro mil llamadas al día.

“Es imposible llegar a todas”, confiesa al tiempo que aprovecha para hacer un llamado a la honestidad. El padre se pregunta cómo este momento que está viviendo el planeta no nos sirve para ser mejores personas, pues hay gente que teniendo una ayuda quieren sacar provecho de la situación.

“Este es un momento para ser mejores seres humanos, para salir de nuestros egoísmos, de la trampa, del que es el más vivo, y pensar un poco en esas personas que más lo necesitan y pensar cómo nosotros también nos hemos creído dueños del mundo y somos administradores”, reitera.

El trabajo a realizar es descomunal, por eso hay personas asignadas para disponer lo recibido y clasificarlo, porque no solo reciben alimentos, sino también medicinas.

Otros, entre tanto, se encargan de desinfectar lo recibido, unos más preparan la comida y otros la distribuyen en las diferentes rutas.

Además, están los que revisan los WhatsApp y atienden las llamadas.

“La Pastoral Social ha gestionada un poco más de 1.300 remesas, pero algunos supermercados le han hecho donaciones a la Alcaldía de más de 250 mercados que también hemos distribuido en todas las comunas, e incluso, en sectores rurales”, anota Arrieta quien no vacila en indicar que esto es algo “ínfimo” comparado con todas las necesidades del grueso de la población.

El padre confiesa, igualmente, que no puede evitar sentirse estresado ante la magnitud de la situación, pero dice: “Dios esto es lo poco que yo puedo hacer”.

Ante la pregunta cómo priorizan las ayudas, explica que tratan de hacer un ejercicio con algunas preguntas básicas y a fuerza de hacerlo todos los días han aprendido a identificar a los más urgidos.

Pero la pregunta que más lo asalta y que más le preocupa, es cuánto deberán esperar estas familias para recibir un próximo mercado.

“Urge hacer un ejercicio a nivel nacional porque si bien han hecho un listado de sectores poblacionales a ayudar, hay muchas personas que están quedando por fuera”, insiste el religioso.

Por ejemplo, expresa, el estrato tres en Colombia son personas pobres, “personas endeudadas. Lo dice porque cuando ha llevado remesas ha encontrado casas muy bonitas, cuyos propietarios tienen carro, pero no así qué comer.

Recordó con mucha tristeza como en uno de esos días encontró dos menores, hijos de inmigrantes, prácticamente desmayados porque llevaban dos días sin comer. Sus padres solo les daban agua para calmarles el hambre.

Lo más triste, agrega, es que como este caso hay muchísimos más en la ciudad.

Tampoco puede dejar de pensar en las trabajadoras sexuales, en la población Trans, los fotógrafos, serenateros, e incluso, algunos periodistas locales que también lo han llamado a pedirle ayuda.

“Este es un tema muy complejo y no podemos echarle la culpa al Alcalde porque él encontró un municipio desfinanciado, sin plata”.

De otro lado, el padre Arrieta invitó a los palmiranos a evitar las compras de pánico porque, según dijo, estimulan la especulación y el desabastecimiento que podrían precipitar las protestas sociales.

Por eso resaltó que “a veces pienso que la gente le tiene más miedo al hambre que al Covid – 19”.

Finalmente, el presbítero revela una realidad que muchos ya conocían pero que nadie se atrevía a decir públicamente: “Nuestra población es una población pobre. Aquí no se trata solamente de los estratos 1 y 2, también es el estrato 3. No quiero ser extremista, pero pienso que un 60% de la población está necesitando ayuda, yo pienso que es de ese tamaño la situación en Palmira”.

Infortunadamente, aseveró, la respuesta de las entidades privadas ha sido muy poca cuando se les ha convocado a ayudar donando remesas y dinero para seguir con esta labor social.


De ahí que el presbítero está convencido de que la mejor vacuna contra el Covid – 19 es la solidaridad.

¿Cómo ayudar?

Si desea sumarse a esta iniciativa donando alimentos no perecederos, comuníquese al 310-4169067 o al 315-5457779 para que personas autorizadas recojan su donación donde usted indique.

Si por el contrario prefiere realizar una transferencia electrónica para apoyar esta causa, la puede hacer a la cuenta de ahorros de Bancolombia número 06600000496.

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