La verdad oculta

Las esperanzas de encontrar con vida a los 44 tripulantes del submarino argentino ARA San Juan terminaron ayer de manera trágica.

Con una variedad de eufemismos que incluyeron frases como “anomalía hidroacústica” o “evento corto violento no nuclear”, la Armada Naval de Argentina informó que el 15 de noviembre, poco después de registrarse la última comunicación de la nave, radares internacionales detectaron en ese mismo lugar una fuerte explosión.

Y sin decirlo en forma clara, las Fuerzas Armadas argentinas asumieron que el submarino estalló y todos a bordo murieron.

No hay otra explicación para su desaparición o para que con la tecnología moderna no se hayan detectado más señales.

Ahora las autoridades navales están en medio de la polémica y son objeto de las protestas por haber tardado más de una semana en informar sobre la verdad de lo acontecido y por generar falsas expectativas sobre un posible rescate.

Incluso el presidente Mauricio Macri se mostró sorprendido por la tardanza en comunicar los hechos y ordenó hablar claro.

Lo que sigue será aún más complejo: encontrar los restos del submarino, averiguar qué le pasó y definir quién es el responsable de haber ocultado la verdad en un caso que ha tenido en vilo a Argentina y ha despertado la solidaridad internacional.