Justicia ciega
Una prueba dactiloscópica o una comparación detallada de su fotografía con la del narcotraficante requerido en extradición, hubieran evitado que...
Una prueba dactiloscópica o una comparación detallada de su fotografía con la del narcotraficante requerido en extradición, hubieran evitado que John Jaír Piedrahíta pasara once meses de su vida en la cárcel, siendo inocente. El mototaxista bugueño fue capturado el año pasado atendiendo una circular roja de Interpol expedida por un juez de Argentina que lo solicitaba por el delito de narcotráfico. Sin pruebas y desconociendo el principio de inocencia al que tienen derecho los colombianos, John Jaír fue llevado al pabellón de extraditables de la cárcel La Picota en Bogotá donde permaneció casi un año.Y sólo cuando su abogado presentó una prueba de Registro Migratorio, la justicia aceptó que en los últimos 15 años él no había abordado ningún vuelo, y que su identidad fue suplantada por quien sí cometió los delitos. ¿Qué hubiera pasado con Piedrahíta si los medios de comunicación no dan a conocer el caso y mantienen la atención de la opinión pública sobre él?Si bien la Justicia es para perseguir a los delincuentes también es para preservar la integridad, la libertad y el buen nombre de los inocentes.Situaciones como esta, no sólo producen rechazo si no que ponen en duda la credibilidad y el respeto del sistema judicial colombiano.Ahora habrá qué esperar el costo que tendrá para el Estado haber mantenido a un inocente encarcelado durante 11 meses por unos errores que rápidamente podrían haberse aclarado.