Derrotar el terrorismo

Nueva York fue víctima otra vez del terrorismo fundamentalista.
Como ha sucedido en los ataques realizados en países occidentales, el de la ciudad norteamericana fue perpetrado por un individuo que se declaró afín al Estado Islámico, usando un camión para atropellar a los transeúntes, en este caso ciclistas.

En el atentado murieron ocho personas y doce más resultaron heridas, reviviendo en los neoyorquinos la tragedia del 11 de septiembre de 2001.

Ahora es aprovechado por el presidente Donald Trump para radicalizar su posición hacia los inmigrantes, mientras con sus declaraciones se ha entrometido en los linderos de la Justicia, que debe encargarse de procesar al autor del despreciable crimen.

Su reacción inmediata fue ordenar la suspensión del programa de sorteo de visas que otorga cada año 50.000 permisos de residencia a extranjeros de países.

Además amenazó con la pena de muerte para Safyullo Saipov, autor del ataque, y amenazó con enviarlo a la prisión de Guantánamo para que sea juzgado por la Justicia Militar, de la cual Trump es el jefe como presidente de los Estados Unidos.

La condena anticipada del Presidente podría enredar el juicio a Saipov, pero sobre todo confunde la atención sobre lo que debería ser el objetivo central: cómo enfrentar el terrorismo que hoy amenaza al mundo y recuperar la tranquilidad perdida por la insania que lo promueve.