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Capitolio Nacional de Colombia
Capitolio Nacional de Colombia es la sede del Congreso de la República de Colombia. | Foto: Getty Images

Editorial

¿Ya hay una estrategia?

Para ello es necesario que la Casa de Nariño cuente con funcionarios y congresistas amigos que hagan las veces de puentes entre el Ejecutivo y los legisladores, no para buscar acuerdos burocráticos ‘al menudeo’ a cambio de votos en la Cámara o el Senado...

31 de enero de 2024 Por: Editorial

Si hay algo en lo que el gobierno de Gustavo Petro realmente ha representado un cambio es en la forma de relacionarse con el Congreso de la República. Un proceder que seguro no planeó así, pero al que llegó tras la salida obligada de quien fuera su gran escudero en el Legislativo y ahora es el Embajador en Gran Bretaña.

Son, sin duda, formas distintas de ejercer, que obligan a reflexionar, ahora que se aproxima el inicio de las sesiones parlamentarias, sobre la manera en la que se dará el relacionamiento entre los congresistas y el Ejecutivo, teniendo en cuenta que no son proyectos menores los que esperan ser discutidos el presente año.

La reforma a la salud es tal vez el más importante de todos, porque afecta directamente la vida de los colombianos, como se ha podido evidenciar en los cambios que ha sufrido la atención en las EPS desde que el Gobierno radicó ese proyecto de ley.

Pero no es la única prioridad. En la agenda legislativa también están las reformas laboral, pensional y judicial, para mencionar solo a las que el Ejecutivo parece haberles dado prelación. Y justo allí radica uno de los asuntos que, respetando las normas que rigen el Congreso, el Gobierno debería recomponer y es la necesidad de emplearse a fondo para lograr que cada uno de estos proyectos sea discutido y aprobado o rechazado en un tiempo suficiente. Esto es, evitando las dilaciones amañadas que impiden que haya un análisis profundo de su contenido y de sus implicaciones.

Para ello es necesario que la Casa de Nariño cuente con funcionarios y congresistas amigos que hagan las veces de puentes entre el Ejecutivo y los legisladores, no para buscar acuerdos burocráticos ‘al menudeo’ a cambio de votos en la Cámara o el Senado, sino para que haya quién responda ante las dudas que los congresistas y la misma ciudadanía expresen en el Capitolio Nacional, que es el escenario natural de discusión de las leyes.

Pero lo que se vio en la legislatura del año anterior fue un Gobierno Nacional que lucía cuando menos confundido y a veces incluso desentendido de la suerte que pudieran correr iniciativas que fueron anunciadas como la columna vertebral del cambio que en campaña se les prometió a los electores. Funcionarios que no asistían a las sesiones de la Cámara o el Senado, proyectos que no eran radicados a tiempo y discusiones alimentadas en las redes sociales antes que en el Legislativo fueron muestras de un errático proceder.

Así las cosas, lo esperable es que, a dos semanas de que los congresistas retomen sus labores, el Ejecutivo ya haya definido una estrategia que, respetando la necesaria separación de poderes, promueva una efectiva discusión de sus iniciativas parlamentarias. Y para ello sería bueno que el Presidente cuente con escuderos que no solo eviten que su figura se desgaste, sino que garanticen que los colombianos puedan saber qué va a pasar con ellos en temas tan fundamentales como la salud y su régimen pensional.

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