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Ucrania, guerra fría

"Sea cual fuere la salida más aconsejable, el caso de Ucrania no hace otra cosa que poner de manifiesto el nivel de fragilidad de la paz mundial en medio de una lección jamás aprendida: la de la guerra, más allá de que, por ahora, esta pinte como fría".

9 de febrero de 2015 Por:

"Sea cual fuere la salida más aconsejable, el caso de Ucrania no hace otra cosa que poner de manifiesto el nivel de fragilidad de la paz mundial en medio de una lección jamás aprendida: la de la guerra, más allá de que, por ahora, esta pinte como fría".

Hasta la semana pasada, la resistencia de Ucrania a la embestida de separatistas que cuentan con el público respaldo de Rusia en todos los órdenes era un conflicto que se resumía en aumento en la cantidad e intensidad de los combates, cinco mil muertos y más de un millón de desplazados.Hoy, tras el intento de mediación de Alemania y Francia, personificada en visita de Ángela Merkel y Francois Holland a Kiev y Moscú, y, ante todo, luego del pronunciamiento público de Estados Unidos sobre cuánto considera la gran potencia lo que significa la batalla que se libra allí, el problema ucraniano parece un nuevo capítulo de la Guerra Fría, archivada más no enterrada.Dos hechos apuntan en ese sentido. Uno, la presión cada vez mayor de diferentes Estados europeos para que Vladimir Putin recule en esta nueva, y descarada, intención de ser fiel a su reconocido carácter expansionista. Esa intervención va desde el espíritu pacifista de alemanes y franceses, hasta la petición de Polonia y Países Bálticos para que se suministre armamento a las tropas oficiales que respaldan al presidente Petró Poroshenko, para equilibrar las fuerzas y obligar a separatistas y rusos para que vuelvan por donde llegaron.Pero el otro factor es el verdaderamente incidental: Estados Unidos ha vuelto a poner en primer plano el problema ruso. En su Informe de Estrategia se Seguridad Nacional, que abarca un plan de acción por lo menos hasta el final del mandato del presidente Barack Obama, señala: “Vamos a impedir la agresión rusa, permaneceremos atentos a sus capacidades estratégicas. Y, si es necesario, ayudaremos a nuestros aliados y socios a resistir la coacción rusa a largo plazo”. A las pocas horas, el vicepresidente Joe Biden garantizó el apoyo militar de Estados Unidos a Ucrania.¿Cómo caerá esa advertencia en una Rusia golpeada como pocos países por la caída de los precios del petróleo y en la que hay, por estos días, un exacerbado brote nacionalista? Mal. El solo hecho de que un hombre del peso político y la prudencia como Mijail Gorbachov diga que no solo ya hay Guerra Fría sino que no descarta que esta termine en una guerra de verdad por cuenta de lo que él mismo ve como un arrinconamiento de Estados Unidos, y de gran parte de Europa, hacia Rusia, habla a las claras del ambiente que se cocina en Moscú.Es urgente buscar que los combates en Ucrania bajen en intensidad y que Putin cumpla con la palabra empeñada de que así será, aunque todos desconfían de que lo haga. La posición de Estados Unidos tampoco parece ser la más aconsejable. Sus intervenciones recientes en escenarios similares han terminado mal. El único camino debería ser el endurecimiento de las sanciones económicas ya existentes, aunque ya se sabrá si cumplen su cometido o más bien terminen generando mayor apoyo a Putin en las calles.Sea cual fuere la salida más aconsejable, el caso de Ucrania no hace otra cosa que poner de manifiesto el nivel de fragilidad de la paz mundial en medio de una lección jamás aprendida: la de la guerra, más allá de que, por ahora, esta pinte como fría.

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