El pais
SUSCRÍBETE

No olvidar la pandemia

Como consecuencia, no sería extraño que en unos días se vuelvan a disparar los números de contagios y muertes, en tanto la infraestructura hospitalaria está en los límites de su capacidad. Si ello ocurre, más aún, si continúan las aglomeraciones, el país debe estar preparado para atender una nueva emergencia

12 de mayo de 2021 Por: Editorial .

Enfrentada al estallido de protestas, de situaciones difíciles para la sociedad y las ciudades afectadas por los bloqueos, el desabastecimiento, y el marcado interés de causar el caos y sembrar el miedo, la pandemia y sus letales consecuencias parecen relegadas del interés general. Las estadísticas de víctimas crecen por lo que se denomina la tercera ola, mientras los llamados a actuar con responsabilidad para evitar una propagación que puede ser catastrófica caen en oídos sordos.

Además de los graves problemas causados por la protesta social y de la amenaza de la violencia que afecta a ciudades como Cali, Colombia está en uno de los momentos más difíciles de la pandemia. Las cifras lo muestran: el registro de muertes se acerca a los 80.000 seres humanos y en el día de ayer el número de casos positivos ascendió a 16.993 y 490 nuevas víctimas, manteniendo así los más altos índices de la pandemia en los trece meses. Y en Cali tenemos entre 12 y 20 muertos diarios, y un promedio de 1.000 contagios, con el agravante de que fallecen el 2,7% de quienes se les detecta el Covid-19.

Así mismo, debe resaltarse que los disturbios de los últimos quince días han conducido a una sensible reducción en la toma de muestras, lo que lleva a la pérdida de la estadística que permite orientar la acción contra la terrible enfermedad. Y la vacunación también ha reflejado los temores de la gente sobre la inestabilidad de la situación de orden público, no obstante que se han aumentado el número de vacunas disponibles y existe una gran capacidad para ampliar la inmunidad que ellas producen.
Y hay otro efecto que debe ser anticipado para evitar sorpresas, como lo han hecho las autoridades sanitarias que, debe reconocerse, han continuado con su compromiso en la protección a los ciudadanos. Es el resultado de una quincena en la cual se han producido aglomeraciones descontroladas de personas venidas de todas partes a Cali, donde la ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos supera el 94%; a la Capital de la Republica, que tiene estadísticas parecidas, y a muchas otras ciudades en las cuales se han producido las protestas sociales.

Como consecuencia, no sería extraño que en unos días se vuelvan a disparar los números de contagios y muertes, en tanto la infraestructura hospitalaria está en los límites de su capacidad. Si ello ocurre, más aún, si continúan las aglomeraciones, el país debe estar preparado para atender una nueva emergencia, esta vez generada a sabiendas de los peligros que conlleva para la salud de los colombianos, así como para los bolsillos y los problemas sociales de una población que llega ya al 42% de pobreza.

Ante esas verdades, la pandemia no puede seguir siendo ignorada en medio de los explicables reclamos de una sociedad que siente el rigor de sus problemas y diferencias sociales y políticas, agravados ahora por trece meses de retroceso que se traduce en desempleo y dificultades para millones de familias. Ese enemigo es común a todos los ciudadanos, aprovecha los descuidos y causa el peor daño posible a la vida y la calidad de vida de quienes resultan contagiados.

AHORA EN Editorial