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Afrocali. La comunidad Ajazzgo mantiene la esperanza de que para el año 2024,  instituciones municipales reconozcan  la gran   importancia  de  este  evento  cultural  y  brinden  su  apoyo.
Afrocali. La comunidad Ajazzgo mantiene la esperanza de que para el año 2024, instituciones municipales reconozcan la gran importancia de este evento cultural y brinden su apoyo. | Foto: Afrocali.

Editorial

Los recursos de la cultura

Difícil entender que mientras se reducen los recursos públicos destinados a la cultura local, la Administración Municipal se embarque en iniciativas que absorben casi en su totalidad el escaso presupuesto dedicado a ese rubro.

9 de septiembre de 2023 Por: Editorial .

Veintidós años de esfuerzos, de persistencia, de luchar contra las adversidades no podían perderse por la decisión de una administración municipal de no aprovisionar los recursos públicos necesarios para apoyar, impulsar y promover la cultura local. El festival de jazz Ajazzgo comienza hoy, con una nómina de lujo, en una versión más modesta si se compara con la de años anteriores, pero enviando el contundente mensaje de que al sector cultural de Cali no se le puede dejar morir.

Los reclamos por la desfinanciación a la que el Municipio somete hoy a la cultura en Cali no han parado en este año. El presupuesto público destinado al Programa de Concertación no llega a donde debe hacerlo, no hay recursos para el sostenimiento de las salas de teatro de la ciudad, tampoco se garantizan los dineros para el mantenimiento de la red de bibliotecas públicas y mucho menos para apoyar la realización de eventos reconocidos y de gran importancia, como Ajazzgo o el Mundial de Salsa, que hoy trabajan con las uñas para permanecer.

Poco parece interesarle al Municipio la crisis que vive el sector o que la capital del Valle pierda los espacios dedicados a las artes, al entretenimiento, a promover el conocimiento o a formar a los caleños. O que se le olvidara cómo la cultura hace parte de la identidad de la ciudad, es motor de desarrollo para su sociedad y les brinda una oportunidad de vida y de progreso a miles de ciudadanos, en particular a su población más joven.

Difícil entender que mientras se reducen los recursos públicos destinados a la cultura local, la Administración Municipal se embarque en iniciativas que absorben casi en su totalidad el escaso presupuesto dedicado a ese rubro. O que se tengan que cuestionar, desde la opinión pública y los entes de control, los sobrecostos y los presuntos manejos irregulares en algunos eventos.

La consecuencia es que hoy la mayoría de las 14 salas de teatro de la ciudad enfrentan dificultades y muchas están al borde del cierre. Ahí está la razón por la que hay bibliotecas de la red pública que no pueden cumplir con su labor o lo hacen a medias, mientras se retrasan los salarios de sus funcionarios.

Por ello, Ajazzgo estuvo a punto de quedarse sin su versión número 23 y debió recurrir a la solidaridad de los encuentros de jazz que se realizan por esta época en otras ciudades del país, de la empresa privada, de gobiernos extranjeros, de los artistas invitados y de la ciudadanía en general para no dejar a los caleños sin su festival y sin un espacio ya arraigado en la cultura local.

La que pierde es Cali. Pierden los gestores artísticos que claudican por la falta de apoyo y de recursos del Estado; pierden el turismo y el comercio que se mueven y crecen alrededor de los eventos culturales; pierden los ciudadanos, a quienes se les niega la oportunidad de disfrutar, entretenerse, conocer y aprender a través del poder transformador del arte y de sus múltiples expresiones.

A la actual Administración Municipal hay que preguntarle dónde está la plata de la cultura y por qué están desfinanciados programas como el de Concertación. A Cali hay que responderle.

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