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La tragedia en Iguala

"Como ocurre en muchos países de Centroamérica e incluso ha sucedido en Colombia, la narcopolítica ha infiltrado el accionar del Estado, comprando a los gobernantes o imponiendo sus fichas para proceder a imponer sus designios del mal".

9 de octubre de 2014 Por:

"Como ocurre en muchos países de Centroamérica e incluso ha sucedido en Colombia, la narcopolítica ha infiltrado el accionar del Estado, comprando a los gobernantes o imponiendo sus fichas para proceder a imponer sus designios del mal".

Cuarenta y tres estudiantes desaparecidos, el hallazgo de una fosa común en la cual se encontraron veintiocho cadáveres, la evasión del alcalde y el jefe de seguridad del municipio donde ocurrieron los hechos, hacen que los ojos del mundo se dirijan de nuevo hacia México, preguntando qué está sucediendo. La historia es tan estremecedora como la alianza que existe en el estado de Guerrero, donde se produjo la masacre. En el municipio de Iguala, a doscientos kilómetros de la capital, la Policía de la localidad disparó contra unos buses atestados de estudiantes. Y después los entregaron a los sicarios de un grupo de narcotraficantes y delincuentes semejante a las Bandas Criminales de Colombia, que se hace llamar los Guerreros Unidos, quienes al parecer les dieron muerte.Luego de que se conocieron los hechos, la confusión es total. Empezando por la fuga del alcalde y del jefe de la Policía, aún no se sabe cuántos de los cuerpos hallados en la fosa común pertenecen a los estudiantes y si quedan sobrevivientes. Sólo después de saber el tamaño de la tragedia, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto desplazó a Iguala a la Policía Federal y a los Gendarmes creados para enfrentar los carteles de la droga. Éstos apresaron a los policías locales acusados de tener conexión con los autores materiales de la barbarie. Sin embargo, la población también sospecha sobre posibles vínculos entre esos organismos de seguridad y las organizaciones delincuenciales. La realidad es que la narcopolítica está en México. E infiltra ya todos los partidos, como lo demuestra el hecho de que el alcalde prófugo pertenece al Partido de la Revolución Democrática, movimiento de izquierda fundado por Cuauhtemoc Cárdenas y liderado en la actualidad por el fogoso Manuel López Obrador. Y como ocurre en muchos países de Centroamérica e incluso ha sucedido en Colombia, ha infiltrado el accionar del Estado, comprando a los gobernantes o imponiendo sus fichas para proceder a imponer sus designios del mal.Cabe anotar que si bien la amenaza de los carteles de la droga ha sido combatida por el gobierno federal, ello ha ocasionado que en algunos casos como el del estado de Guerrero, de gran pobreza y distante del gobierno central, se creen estructuras más pequeñas que mezclan delitos como la extorsión y el boleteo a sus actividades de narcotráfico. Y, completan su poder tomándose las administraciones y las policías locales. Eso es aprovechar la ausencia de un Estado capaz de mantener el orden, lo cual recuerda lo que ha sucedido en muchas regiones de nuestro país.Guardando las condiciones propias de cada país, la enorme tragedia de Iguala es otra más de las pruebas sobre la amenaza que significa para América Latina el narcotráfico. Pero, ante todo, de lo que ocurre cuando se conjuga con la debilidad del Estado para combatirlo y del peligro que para la sociedad significa la connivencia de las autoridades con las organizaciones criminales que se lucran de la falta de decisión para combatir a quienes son una amenaza pública y notoria contra el derecho a vivir en paz.

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