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Especial Norte de Santander, PAE General
Especial Norte de Santander, PAE General | Foto: Cortesía Gobernación de Norte de Santander

Editorial

La niñez es la prioridad

Un infante que no reciba los nutrientes que requiere, que no se alimente las veces que necesita, que sufra de desnutrición, tendrá retraso en su crecimiento, puede padecer malformaciones y se afectará su capacidad de aprendizaje.

9 de enero de 2024 Por: Editorial

El síntoma más contundente del subdesarrollo de una sociedad está en sus índices de desnutrición infantil. Si no se puede garantizar la seguridad alimentaria de la niñez, desde su más temprana edad, se estará condenando su futuro y la posibilidad de progreso de su población. Sucede en Cali, una ciudad que deberá priorizar la atención de la primera infancia en los próximos años.

Entre 2021 y 2022 la capital del Valle presentó un incremento del 169% en los niveles de desnutrición en infantes entre los 0 y 5 años de edad, un panorama sombrío que no pareció disminuir en 2023. Si hace tres años se reportaron 2981 casos de menores de edad con esa condición alimentaria, el balance en diciembre del 22 cerró en 8014, mientras las muertes se duplicaron al pasar de 2 a 4 en esos dos periodos de tiempo.

Según los datos que maneja el Observatorio Social Cali Cómo Vamos, basados en las evaluaciones que realiza el Sistema de Vigilancia Alimentario y Nutricional Infantil, en el 2022 Cali alcanzó la mayor prevalencia de desnutrición crónica de los últimos siete años en niños que se encuentran en nivel escolar de transición o primaria, llegando a 13,5%.

El retroceso es evidente y parte de una política pública fallida, que se quedó corta a la hora de identificar a la población más vulnerable y en garantizar que los recursos dispuestos en programas como el de Alimentación Escolar, PAE, llegaran a quienes debían llegar. Demuestra también la incapacidad de la Administración Municipal que concluyó el 31 de diciembre para mantener los logros de sus antecesores en materia de protección a la niñez y de trabajar para cerrar cada vez más esa brecha alimentaria y nutricional que separa a Cali de sus pares más desarrolladas.

Tampoco el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, puede escaparse de su responsabilidad. Sorprende saber que de los 75.884 menores de edad de la ciudad elegibles para recibir atención integral en el programa de la primera infancia de la entidad, apenas la mitad -38.618- fueron atendidos en 2022. ¿Cuál fue la razón para que esa ayuda, que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, e influye en el desarrollo físico, cognitivo y motriz, no llegará a los niños que lo necesitaban?

Tal es el desolador horizonte que encuentra la nueva Administración Municipal, en cabeza de Alejandro Eder, que deberá empeñarse en cerrar esa brecha inconcebible para la capital vallecaucana. Las consecuencias de no haberle puesto el freno a tiempo a la desnutrición infantil caleña, o de haber fallado tantas veces con el manejo eficiente y transparente del Programa de Alimentación Escolar, PAE, se empezarán a ver en el corto plazo.

Un infante que no reciba los nutrientes que requiere, que no se alimente las veces que necesita, que sufra de desnutrición, tendrá retraso en su crecimiento, puede padecer malformaciones y se afectará su capacidad de aprendizaje. Así se les estará condenando a no tener oportunidades cuando crezca, lo que influirá en el progreso mismo de Cali. Por ello, lo que se haga en los próximos meses y en el siguiente cuatrienio con la niñez caleña, será de vital importancia a mediano y largo plazo.

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