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La migración ilegal

Lo más inexplicable es por qué se dejaron entrar al país, por qué no fueron detenidos en las fronteras o por qué no son devueltos a sus países de origen para detener la crisis que producen las migraciones ilegales.

11 de agosto de 2021 Por: Editorial .

Colombia ha sido hospitalaria y generosa con los migrantes que llegan a su geografía. Pero el ingreso de miles de ciudadanos haitianos y de otras nacionalidades que utilizan al país como lugar de paso hacia su propósito de alcanzar los Estados Unidos se ha convertido en un problema al que es necesario darle soluciones prácticas porque se trata de proteger a la sociedad.

Cali está sintiendo esta nueva fase de la migración ilegal con la llegada de haitianos que entraron a Colombia desde el Ecuador y hoy se encuentran varados en la ciudad, sin poder continuar su camino. Así su intención no sea quedarse de manera permanente, lo cierto es que hoy engrosan la masa de personas extranjeras, primero fueron los venezolanos, que reclaman soluciones y demandan de asistencia social en uno de los peores momentos para la capital del Valle y para el país en general.

Lo más inexplicable es por qué se dejaron entrar al país, por qué no fueron detenidos en las fronteras o por qué no son devueltos a sus países de origen para detener la crisis que producen las migraciones ilegales. Lo que queda en claro es que Colombia no tiene una política fronteriza consistente o por lo menos hay una gran tolerancia y corrupción para explotarla. Como consecuencia, el país se convirtió en una autopista de inmigrantes que se quedan aquí o siguen para el sur, en el caso de los venezolanos, o para el norte en cuanto a los haitianos, cubanos, africanos o asiáticos que hacen esa larga vuelta en busca de su propósito final.

Por eso se generan problemas como los que padecen Necoclí, en el Urabá antioqueño, o las poblaciones chocoanas en el Pacífico, donde los inmigrantes llegan por miles, desbordando la capacidad de atenderlos. Y ahora es Cali donde quienes han llegado en esa travesía viven una tragedia, atrapados en el Terminal de Transportes donde no les venden tiquetes ni los dejan salir mientras siguen pendientes de una solución.

Lo más grave de ello es que detrás están las mafias de trata de personas, que volvieron un negocio la necesidad y los sueños de quienes buscan mejores oportunidades de vida que sus países no son capaces de ofrecerles. Así los llevan en unos viajes infernales, con Colombia como nación de tránsito para sacarlas hacia Panamá, en los que tienen que atravesar el Tapón de Darién o embarcarse en un recorrido por mar, arriesgando sus vidas en mano de empresas criminales que los dejan a la deriva. En esas organizaciones debe haber participación de funcionarios vinculados al Estado que han permitido, no de ahora sino de tiempo atrás, esa migración ilegal.

El problema, que no es generado por Colombia pero sí le causa efectos adversos a su sociedad, no es de menor cuantía y debe tener soluciones. Es necesario que exista una política migratoria y la decisión del Estado de defender las fronteras para evitar que la situación crezca y se agrave aún más. Y hay que ser claros en que hay que ayudar a resolverlo, ya sea facilitando el regreso de esas personas a sus países de origen o reclamando a la comunidad internacional una política seria para atender a esas poblaciones de migrantes.

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