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La demencia terrorista

"La Fuerza Pública, el Gobierno Nacional y todos los colombianos, debemos mantener la unión que hemos logrado en la última década para rechazar y combatir a quienes pretenden amedrentar a los caucanos y al resto de la Nación a punta de terrorismo".

11 de julio de 2011 Por:

"La Fuerza Pública, el Gobierno Nacional y todos los colombianos, debemos mantener la unión que hemos logrado en la última década para rechazar y combatir a quienes pretenden amedrentar a los caucanos y al resto de la Nación a punta de terrorismo".

Toribió estaba en su día de mercado, la gente se encontraba en las calles, cuando las Farc enviaron un bus escalera cargado de explosivos que se fue a estrellar contra el cuartel de la Policía, asesinando a un agente. Dos personas más perdieron la vida y otras 87 fueron heridas en la escalada terrorista y demencial de las Farc contra cuatro poblaciones del norte del Cauca. Es posible que se desencadene un debate sobre la posible responsabilidad de la Fuerza Pública al no prever la realización de los atentados. No es el momento para ello. Lo acontecido demuestra hasta dónde puede llegar la demencia de un grupo armado que se autoproclama defensor del pueblo pero lo hace víctima de un atentado monstruoso, aprovechando un día de mercado. Y remató su diabólica faena tirando bombas en forma indiscriminada, destruyendo casas de habitación, centros de salud y escuelas. Así, lo que debe empezar es una condena unánime contra tanto salvajismo, además de un respaldo irreductible a la lucha de las autoridades contra el enemigo de Colombia.¿Qué buscaba el criminal atentado terrorista? ¿Acaso vengar la actitud de la población civil de Corinto, Tacueyó, Siberia y Caldono, que denuncia los abusos de quienes durante muchos años han tenido esa región como sus dominios para explotar el narcotráfico? ¿Será su manera de distraer la actuación de la Fuerza Pública, muy cerca ya al jefe máximo del movimiento guerrillero que ataca a traición a los civiles? Cualquiera sea el motivo, lo que queda claro es que su argumento será siempre el terrorismo indiscriminado para defender sus criminales objetivos. Lo sucedido en el Cauca es una tragedia, ocasionada por quienes pretenden usar a la gente desarmada y pacífica como rehén de sus fechorías. Y no debe caber duda de que se trata de una reacción desesperada contra la acción de las autoridades legítimas, comprometidas en la recuperación de cada metro de terreno de la geografía nacional. En el caso de la Cordillera Central en el vecino departamento, estamos hablando de ese territorio que las Farc y el narcotráfico tuvieron a su disposición para sembrar marihuana o coca, y para expoliar a sus pobladores, a quienes les quitaban sus hijos para usarlos en sus tenebrosos propósitos. El Norte del Cauca es hoy el epicentro de la violencia desatada por las Farc para demostrar que aún conserva el poder de causar daño. Sin duda lo tiene. Por eso, éste no es momento para divisiones y reclamos que más parecen banderas partidistas. La Fuerza Pública, el Gobierno Nacional y todos los colombianos, debemos mantener la unión que hemos logrado en la última década para rechazar y combatir a quienes pretenden amedrentar a los caucanos y al resto de la Nación a punta de terrorismo. El anuncio del presidente Juan Manuel Santos de instalar un Batallón de alta Montaña en Tacueyó, es una respuesta a la escalada que ha tomado la violencia en el norte del Cauca. Pero no será suficiente hasta que los habitantes de esa martirizada región no recuperen la tranquilidad y el respeto por la vida que les arrebataron los terroristas que el pasado sábado actuaron como emisarios de la muerte.

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