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La baraja española

La encrucijada de España sobre el futuro gobierno en los próximos años, sigue su curso. Con el paso de los días y ante la ausencia de las mayorías en las Cortes para configurarlo y las dificultades para lograr un acuerdo entre los partidos, la posibilidad de unas nuevas elecciones es cada vez más cercana.

25 de enero de 2016 Por:

La encrucijada de España sobre el futuro gobierno en los próximos años, sigue su curso. Con el paso de los días y ante la ausencia de las mayorías en las Cortes para configurarlo y las dificultades para lograr un acuerdo entre los partidos, la posibilidad de unas nuevas elecciones es cada vez más cercana.

La encrucijada de España sobre el futuro gobierno en los próximos años, sigue su curso. Con el paso de los días y ante la ausencia de las mayorías en las Cortes para configurarlo y las dificultades para lograr un acuerdo entre los partidos, la posibilidad de unas nuevas elecciones es cada vez más cercana.La incertidumbre es ante todo el producto de un nuevo fenómeno que cambió la política española. Primero fue la democracia bipartidista que reemplazó la dictadura franquista. Ahora, el deseo de cambio y la búsqueda de opciones llevó a un escenario en el cual no existen mayorías, el bipartidismo es cosa del pasado y el nuevo gobierno debe salir de acuerdos que parecen imposibles.El 20 de diciembre pasado, los votantes expresaron su desacuerdo con la política tradicional y las respuestas de sus partidos, dando paso a las agrupaciones Podemos y Ciudadanos. Ello fragmentó el equilibrio político, dejando al Partido Popular y el socialismo representado por el Psoe sin posibilidad de constituir un gobierno por no tener la mayoría que exige la Constitución, la constante durante cuarenta años de democracia.El Partido Popular, a través del presidente del gobierno Mariano Rajoy, ya declaró su incapacidad de formar la mayoría. Eso será imposible porque si bien fue el partido más votado, no alcanza a recoger los diputados necesarios para dominar Parlamento. Y ya se sabe que al Psoe tampoco le alcanzó, será difícil que se una al PP y no puede armar una coalición de izquierda con una agrupación como Ciudadanos, basada en el populismo y un velado respaldo a la secesión de Cataluña.Así las cosas, ya es evidente que el forcejeo para conformar el gobierno promete extenderse por varios meses, con el rey Felipe VI en la doble condición de árbitro y componedor. Y una vez superado el impasse, España deberá acometer una reforma constitucional que responda a la nueva realidad. Tras una larga transición amarrada a profundas diferencias ligadas al pasado, la legislación deberá contemplar la posibilidad que resulta de la fragmentación política, para evitar el riesgo de una interinidad nociva que desgasta las instituciones e impide enfrentar los desafíos de la actual crisis social y económica, y las amenazas del separatismo de Cataluña.Esos asuntos deberían ocupar a los jefes de los partidos, enzarzados en una lucha que ha adquirido más tintes personales que programáticos. Por ello, los últimos estudios de opinión marcan tendencia desfavorable a las figuras de Rajoy y del socialista Pedro Sánchez, a quienes se les señala de no actuar con celeridad para buscar fórmulas que abran paso a un nuevo gobierno y de poner en riesgo el sostenido repunte de la economía del país.Si algo despierta temor entre los electores que se pronunciaron en diciembre, en proporciones superiores al 75%, es que la necesaria renovación de la política y su dirigencia termine creando riesgos mayores a una España necesitada de confianza en su gobierno. Lo cierto es que, como pasó en Colombia, el bipartidismo tiene los días contados.

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