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Hay lugar para la esperanza

Las 27.000 hectáreas afectadas por incendios forestales este año son un golpe directo a la biodiversidad en Colombia y a su vida silvestre, ya en riesgo constante por la acción depredadora humana.

6 de marzo de 2020 Por: Editorial .

Las 27.000 hectáreas afectadas por incendios forestales este año son un golpe directo a la biodiversidad en Colombia y a su vida silvestre, ya en riesgo constante por la acción depredadora humana. Pero en medio de tanta adversidad se deben resaltar y apoyar los esfuerzos para evitar que especies únicas nacionales, hoy en peligro, desaparezcan definitivamente.

Hay que insistir en que el mayor capital con el cual cuenta la Nación, que puede convertirla en potencia mundial en el futuro cercano si sabe protegerla, es su riqueza natural. A ningún colombiano se le debería olvidar que el país ocupa el segundo puesto en biodiversidad en el Planeta, superado solo por Brasil; que además aquí hay registradas 51.000 especies de fauna y flora, miles de las cuales solo se encuentran en nuestro territorio; o que tenemos en Chiribiquete uno de los más importantes Patrimonios Mixtos de la Humanidad por los tesoros ecológicos y culturales que alberga, que además cuentan miles de años de historia y evolución.

Es cierto que en las décadas más recientes hemos atentado contra esos patrimonios que marcan la diferencia para nuestro país. El daño causado es incalculable, porque no se puede saber a ciencia cierta cuánto han afectado a los ecosistemas nacionales eventos como la deforestación, que en lugar de disminuir, como se ha comprometido el país, aumenta cada año; o hasta donde llega la destrucción causada por la minería ilegal. O, sin ir más lejos, cuantos hábitat y especies se perderán en esas 27.000 hectáreas arrasadas por el fuego solo en este 2020.

En medio de ese panorama desolador, hay sin embargo lugar para la esperanza. No es como si el país se hubiera quedado cruzado de brazos esperando un milagro para salvar sus recursos naturales, hay esfuerzos que se deben reconocer y acciones que demuestran sus resultados. Quienes estén atentos a las noticias han visto cómo es cada vez más frecuente la aparición de osos de anteojos en zonas del país donde se creían extintos, o cómo las cámaras instaladas en reservas recuperadas dan cuenta del tránsito de jaguares, dantas o panteras.

Hay proyectos que funcionan, como los que se adelantan en el Valle del Cauca donde se trabaja de la mano con los campesinos para reforestar los corredores por donde históricamente ha transitado el oso andino, o con laboratorios ecológicos como el del Ejército para repoblar con frailejones los páramos del departamento. Con la celebración esta semana del Día Internacional de la Vida Silvestre, esfuerzos como estos han sido resaltados porque significan un paso importante para reversar el daño ecológico que se ha causado en el país.

Por casos como los del Valle es que se debe ser optimista. Es apenas un inicio en el largo camino que debe recorrer Colombia para recuperar su biodiversidad perdida y para garantizar la conservación a futuro del que sigue siendo el patrimonio de mayor valor, pese a todo el deterioro al que se le ha sometido.

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