Gaza: ¿condenada a desaparecer?

La decisión de Benjamín Netanyahu de tomar el control total de la Franja de Gaza, aprobada en la noche del jueves por el Gabinete de Seguridad de Israel, es el más reciente capítulo de una guerra que ya no conoce límites y abandona los más elementales preceptos del Derecho Internacional Humanitario. Las voces en contra de la resolución resuenan frente a las oficinas del Primer Ministro Israelí, pero también desde algunas naciones que hasta ahora han sido sus aliadas.

En una medida que ha dividido las opiniones incluso dentro del mismo Gobierno, empezando por la cúpula militar que se pronunció en contra de la resolución, Netanyahu anunció que se tomará por completo la Ciudad de Gaza, capital del enclave palestino donde aún habitan cerca de un millón de personas.

Lo que se hará es completar la ocupación que se inició ese fatídico 7 de octubre de 2023 en respuesta legítima a la incursión terrorista de Hamás a territorio israelí, que dejó 1219 muertos y 251 secuestrados, pero que poco menos de dos años después ha desembocado en una de las más graves crisis humanitaria de las que tenga conocimiento el mundo en las décadas recientes, con dos millones de gazatíes desplazados, cerca de 61.000 muertos de ese lado de la frontera y una hambruna, debido al impedimento del ingreso de ayudas, que ya deja centenares de víctimas.

La iniciativa aprobada incluye cinco acciones: el desarme del grupo terrorista Hamás, el regreso –vivos o muertos- de los 50 rehenes que aún permanecen en poder de la organización extremista, la desmilitarización de la Franja de Gaza, el control de seguridad sobre ese territorio y el establecimiento de una autoridad civil alternativa, que no sea ni Hamás ni la Autoridad Palestina. Esta última, la propuesta más etérea, lleva a preguntarse si lo que se pretende, al final, es la anexión de esa zona a Israel.

Las protestas se han hecho sentir en las calles de Tel Aviv y frente a las oficinas de Netanyahu en Jerusalén, con manifestantes preocupados por la suerte que puedan correr los rehenes israelíes, por las retaliaciones que habría en contra de su nación y por la escalada que ello tendría en las ya de por sí paupérrimas condiciones humanitarias de quienes permanecen en la Franja. El pueblo que hasta hace poco defendía las decisiones de su líder, comienza a apartarse mientras las críticas crecen.

Con la decisión, que por igual provocó el inconformismo internacional, no solo se aleja la posibilidad de llegar a acuerdos que permitan ponerle fin de forma pacífica al conflicto de Oriente Medio. También significa el distanciamiento de quienes hasta ahora eran aliados de Netanyahu pero que ya no encuentran cómo justificar su cercanía a su gobierno.

Además de las críticas recientes del Reino Unido y de Francia o de las ya conocidas de España o de Naciones Unidas, ahora es Alemania la que anuncia que dejará de vender armas a Israel como resultado de las determinaciones tomadas el jueves anterior.

Todo apunta a que solo Estados Unidos permanecerá hasta el final al lado de Benjamín Netanyahu, quien no cejará en su empeño de arrasar con Hamás al precio que sea, así ello signifique desaparecer a Gaza y sumir a los gazatíes en una de las peores tragedias humanitarias de tiempos recientes en el Planeta.