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El queso de la Fifa

"¿Quién saca el fútbol del lodazal en que lo dejan las últimas generaciones de dirigentes? Más allá de la suerte que corran Blatter y Platini y su pandilla, la Fifa actual no tiene autoridad moral para dar esa respuesta. En el fondo, se trataría del mismo ratón al cuidado de un queso cada día más grande y muchísimo más rico".

12 de octubre de 2015 Por:

"¿Quién saca el fútbol del lodazal en que lo dejan las últimas generaciones de dirigentes? Más allá de la suerte que corran Blatter y Platini y su pandilla, la Fifa actual no tiene autoridad moral para dar esa respuesta. En el fondo, se trataría del mismo ratón al cuidado de un queso cada día más grande y muchísimo más rico".

Cuando aún subsisten los ecos del Mundial de Brasil 2014, el de Rusia 2018 sigue su camino. A tres años para su inauguración, en América del Sur y África arrancaron las eliminatorias mientras Europa pronto entrará en esa fase, sin importar el enorme escándalo de corrupción que consume a la Fifa.En todas partes continúan torneos nacionales, copas interclubes continentales y escuelas de formación a las que concurren millones de niños en todos los rincones del planeta. Y la televisión sigue su labor de globalizar el que es uno de los más grandes negocios del mundo actual, gracias a su masiva e intensa actividad y a un aliado que lo hace más universal.Eso, en términos prácticos, significa mucho dinero y, sobre todo, mucho poder. Que lo diga la Fifa, quizás la entidad privada con mayor grado de penetración sobre la sociedad contemporánea y de un tamaño en afiliados solo comparable con el de la ONU.Pese a la importancia del fútbol como fenómeno cultural, social y económico, al aficionado le queda poco tiempo e interés para preguntarse qué hay en la trastienda de esa pasión. No es extraño entonces que ahora, cuando se destapan negociados a diario sobre un emporio de grandes ilícitos y jugosas coimas a un grupo de dirigentes inescrupulosos, el fútbol continúe como si nada ocurriera. Mientras tanto, la banda comandada por el suizo Joseph Blatter, que ha levantado un negocio particular, responde ante la justicia por sus fechorías.Pero el escándalo de la Fifa se sigue moviendo en un sorprendente segundo plano que le sabe hacer sombra al fútbol. Nadie puede anticipar hasta dónde llegará el caso Blatter, aparte de las sanciones de que acaban de ser objeto él y dos dirigentes más, uno de ellos Michel Platini, otrora astro del fútbol y hoy en mora de justificar millonarios contratos con la Fifa de Blatter. Y tampoco se sabe en qué terminará el duelo de señalamientos y delaciones entre Blatter y Platini, antes mejores amigos y hoy enemigos a muerte.Lo que sí parece seguro es que Rusia hará el Mundial. Vladimir Putin lo tiene tan claro que hace un tiempo pidió un Nobel (no dijo cuál) para Blatter. Y habrá que ver si, pese a todas evidencias sobre sobornos y tráfico de influencias, Qatar será sede del Mundial 2022.Nada de eso es nuevo. Ya está claro que Sudáfrica tuvo Copa Mundo en 2010 por su capacidad para moverse en ese mar infestado de tiburones y que Brasil se gastó el año pasado lo que no tenía. Los mundiales están hechos para que los realicen los países ricos. Y no se le puede atribuir solo a Blatter el invento de hacer del fútbol un negocio turbio. Su antecesor, el brasileño Joao Havelange, y buena parte de la plana mayor de entonces sentaron las bases de este oscuro manejo que por momentos toma tintes mafiosos.¿Quién saca el fútbol del lodazal en que lo dejan las últimas generaciones de dirigentes? Más allá de la suerte que corran Blatter y Platini y su pandilla, la Fifa actual no tiene autoridad moral para dar esa respuesta. En el fondo, se trataría del mismo ratón al cuidado de un queso cada día más grande y muchísimo más rico.

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