El pais
SUSCRÍBETE

El nuevo gobierno

Hasta este momento, la ocupación del doctor Petro ha sido ejercer la crítica y la oposición, adoptando posiciones que en el principio de su vida pública se dirigían a desconocer las instituciones de nuestro país. Ahora, como presidente de Colombia y no sólo de la facción que lo eligió, su obligación es defenderlas y gobernar para todos los colombianos sin distingo alguno.

6 de agosto de 2022 Por: Editorial .

Con la posesión de Gustavo Petro como presidente de la República, Colombia ratifica la solidez de su democracia y el respeto a las decisiones que toman las mayorías en las urnas. Como ha ocurrido en las cuarenta y un veces en que se ha cumplido el rito del juramento que toman los gobernantes en nuestro país, este será el momento para refrendar el compromiso del nuevo mandatario con las libertades y el Estado de Derecho.

El doctor Petro llega a su cargo después de un largo proceso electoral en el cual pudo exponer con amplitud sus ideas y sus propuestas acerca de lo que debe ser el rumbo de nuestra nación durante los próximos cuatro años. Su compromiso con el cambio, la lucha contra la corrupción y la defensa de sus principios de izquierda fueron matizados con la promesa de respetar la propiedad privada como fundamento de la democracia y de su compromiso con la mejora de las condiciones que vive una gran parte de la población colombiana, así como el combate a la desigualdad y la inequidad, factores que sin duda golpean a nuestra sociedad.

Pero también es claro que recibe un país en expansión que hasta ahora ha superado con éxito la crisis producida por la pandemia del Covid-19, y registra un crecimiento notorio, expresado en las cifras macroeconómicas, en especial, la recuperación del empleo, de la producción y del recaudo de impuestos. Al lado de ello está también la necesidad de enfrentar situaciones como el déficit fiscal, el endeudamiento del Estado y el consiguiente desequilibrio en las finanzas pública que debió utilizarse para enfrentar esa pandemia.

No menos importante es el combate a una criminalidad fortalecida por el narcotráfico que alimenta todas las formas de violencia posibles. Si bien sus anuncios se dirigen a conseguir una solución negociada con los grupos vinculados a esas actividades, el nuevo presidente no puede olvidar el respeto y el agradecimiento de los colombianos a su Fuerza Pública y la importancia que tiene para defenderlos de la violencia y el crimen.

También le corresponde dirigir las relaciones internacionales. Si bien sus simpatías se dirigen a los gobiernos afines a su ideología, no puede omitir el vínculo mantenido por la dictadura de Venezuela con quienes usan su territorio para manejar el narcotráfico y el terrorismo en nuestro país. Tampoco es momento para producir confrontaciones con aliados como los Estados Unidos y todos aquellos países que se basan en la democracia respetuosa de las libertades y de los derechos adquiridos con justo título por los ciudadanos que acatan las leyes.

Como esos, son muchos otros los frentes que deberá asumir el presidente electo. Hasta este momento, la ocupación del doctor Petro ha sido ejercer la crítica y la oposición, adoptando posiciones que en el principio de su vida pública se dirigían a desconocer las instituciones de nuestro país. Ahora, como presidente de Colombia y no sólo de la facción que lo eligió, su obligación es defenderlas y gobernar para todos los colombianos sin distingo alguno.

Bienvenido el nuevo mandatario, quien deberá ante todo mantener la unión y el progreso de nuestra Nación.

AHORA EN Editorial