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El jubileo de Isabel II

Como reina, a Isabel II le tocó vivir una de las épocas más complejas y cambiantes, empezando por la reconstrucción y la recuperación de un país que encabezó la derrota del nazismo y quedó exhausto.

1 de junio de 2022 Por: Editorial .

Al mejor estilo de Inglaterra, hoy empieza el jubileo de platino de la reina Isabel II, la cabeza visible durante 70 años de una comunidad que ha marcado la historia de Occidente. A sus 96 años, cumplidos el pasado 20 de abril, la soberana sigue siendo el símbolo de la unión y del consenso alrededor de las instituciones que el pueblo inglés ha construido a través de su historia.

Aunque no sea su cumpleaños, el 2 de junio es la fecha oficial para celebrar el de su jefe de Estado. No ha existido necesidad de una abundancia de leyes o de reglamentos para establecer una de las democracias más antiguas del planeta, en la cual la heredera de sangre del trono es la figura más prominente, y sin la condición de que se hable de una realeza democrática.

Isabel llegó al trono inglés a la muerte de su padre Jorge VI, el 6 de febrero de 1952, aunque debió esperar un año para asumir sus funciones. Le correspondió recibir un imperio en decadencia y una nación destruida por la Segunda Guerra Mundial, y su papel a los 26 años fue encarnar el espíritu de su pueblo que vio en ella el factor de unión que necesitaba para superar uno de los momentos más difíciles de su existencia.

De la mano de Winston Churchill como primer ministro y con el ejemplo de su padre, la joven Isabel II aprendió las artes de ser la cabeza de un Estado monárquico que se gobierna con el estricto apego a las tradiciones y a su democracia depositada en un sistema parlamentario. Sin estridencias y respetando las costumbres de su país, ella encontró el sitio que le correspondía en la particular forma en que se gobierna su nación, de representarla con dignidad y de encarnar el espíritu británico.

Como reina, a Isabel II le tocó vivir una de las épocas más complejas y cambiantes, empezando por la reconstrucción y la recuperación de un país que encabezó la derrota del nazismo y quedó exhausto. También le correspondió el final del poderoso imperio británico, el que fue reemplazado por la Comunidad de Naciones que la reconocen a ella como su líder, y las transformaciones sociales, culturales y políticas que se han presentado en los últimos 70 años.

Y ha sabido responder a ese desafío sin importar las turbulencias. Vio nacer la cortina de hierro de la Unión Soviética y fue testigo de su caída con la cual terminó también la temida guerra fría del poder nuclear; les concedió la independencia a las colonias británicas y las congregó de nuevo en un acuerdo que aún perdura. Y le ha tocado enfrentar las transformaciones de la sociedad inglesa, debiendo superar las crisis vividas por su familia.

A todo eso, Isabel II ha sabido mantener el puesto que le corresponde, por lo cual el 70% de los ingleses la respaldan y la reconocen con orgullo como su reina. Es su símbolo, y ha estado siempre por encima de los escándalos, de las crisis, de la política y de las tentaciones. Es el emblema de una nación y de una comunidad que hoy inicia su jubileo entonando el ‘Dios Salve a la Reina’, el himno que identifica una de las democracias más importantes para las libertades del mundo.

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