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Democracia y dictadura

Y ya no es necesario recurrir a la violencia con la cual han reprimido el permanente grito de libertad, mediante los grupos paramilitares y la delincuencia que aterrorizan: para ello basta usar la democracia que secuestraron y acomodaron a sus oscuros designios.

3 de junio de 2021 Por: Editorial .

Como era de esperarse, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, el verdadero poder detrás del trono, se preparan para prolongar a través de elecciones su continuidad en la presidencia de Nicaragua. Como en todas partes donde el socialismo siglo XXI se apoderó de la democracia, en el país de la revolución contra la tiranía de los Somoza, se ejecutan las acciones necesarias para perpetuar la grotesca dictadura de los Ortega-Murillo.

Para ese propósito ya usaron el poder judicial debidamente domesticado, corrompido y dirigido por el régimen. Mediante maniobras burdas, construyeron un raudo y efectivo proceso con el cual empapelaron a Cristiana Chamorro su opositora en el remedo de elecciones que han montado para asegurar la permanencia de Ortega, quien ya completa 14 años como capataz, amo y señor del Estado nicaragüense. Para ello, un tribunal de Managua ordenó el “allanamiento de su casa y su detención, “acusada de gestión abusiva, falsedad ideológica en concurso real con el delito de lavado de dinero, bienes y activos, en perjuicio del Estado de Nicaragua y la sociedad”.

Su preocupación es justificada desde la perspectiva del totalitarismo que guía al socialismo surgido en Cuba, predicado por Hugo Chávez, sembrado por Ortega en Nicaragua y fracasado en el Ecuador de Rafael Correa. La señora Chamorro es una amenaza real a la perpetuación del tenebroso mandatario en el poder, por lo cual hay que proceder a detenerla como sea.

Y ya no es necesario recurrir a la violencia con la cual han reprimido el permanente grito de libertad, mediante los grupos paramilitares y la delincuencia que aterrorizan: para ello basta usar la democracia que secuestraron y acomodaron a sus oscuros designios. Es decir, ordenaron su procesamiento, lo que le impedirá participar en unas elecciones que si fueran transparentes y justas significarían el final de la dupla Ortega-Murillo.

Además de involucrar a veinte periodistas, todos ellos opositores a la infamia que rige a Nicaragua y entre los cuales se encuentran antiguos sandinistas como el escritor y exvicepresidente Sergio Ramírez. Y por si fuera poco, esa justicia vendida y prevaricadora bloqueó a los partidos y organizaciones contrarios al dueto presidencial, un ejercicio sistemático y calculado para cerrar las puertas a cualquier sorpresa en el certamen electoral.

Como era de esperarse, la tiranía afirma que todo se ha hecho dentro de la legalidad que construyeron para mantener esa dictadura vestida de democracia. Y no valen los reclamos que desde todos los rincones del mundo democrático califican la maniobra como “un atentado a la democracia”, o “una cacería contra los precandidatos porque temen ir a un proceso libre, transparente y observado”.

Desde el 2007 Daniel Ortega y su mujer han convertido a Nicaragua en su reducto, apoyados en el abuso de la democracia y la violencia que sacralizó el socialismo siglo XXI. Con ello, y si no ocurre nada extraordinario como la posibilidad de que opere la democracia libre contra la dictadura, la dupla tenebrosa se quedará en el poder hasta que ellos así lo dispongan.

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