El pais
SUSCRÍBETE
Mientras alias Antonio García, comandante  del ELN, asegura que no reclutan menores de edad, esa organización criminal armó hasta los dientes a Andrés. Le dieron un fusil AK-47 (flecha roja) para que se enfrentara contra la fuerza pública.
Antonio García, comandante del Eln, aseguró que el terminar con el secuestro con fines extorsivos está condicionado a que el Estado financie a esa organización guerrillera | Foto: afp

Editorial

De burla en burla

No parece haber en las conductas del Eln el menor asomo de disposición por llegar a unos principios de acuerdo que conduzcan a la paz, y sí el propósito de aprovecharse del empeño del gobierno de Gustavo Petro por conseguirla a como dé lugar

27 de diciembre de 2023 Por: Editorial .

Cuando se pensaba que ya era cosa pactada, el Eln se retracta del acuerdo anunciado al término de la quinta ronda de diálogos con el Gobierno. Si el Estado no los financia, ha dicho Antonio García, comandante de esa guerrilla, no dejarán de secuestrar.

Ya se perdió la cuenta de las veces en que el llamado Ejército de Liberación Nacional se compromete y rompe lo acordado. Es la burla constante, en la que se genera la ilusión de una verdadera intención de alcanzar la paz, y luego se les asesta de una u otra manera, el golpe en la cabeza a los colombianos.

Han pasado 32 años desde que el Gobierno Nacional le abrió por primera vez las puertas del diálogo al Eln. Desde entonces se han dado al menos 15 intentos de negociación, se han instalado mesas de conversaciones en Caracas, Tlaxcala (México), Maguncia (Alemania), en Ginebra (Suiza), en Quito, de nuevo en Caracas, La Habana, Ciudad de México, todas hasta la fecha fallidas o finalizados por los incumplimientos y el terrorismo de la organización alzada en armas.

La historia se puede repetir ahora, como empieza a vislumbrarse luego de las declaraciones del jefe guerrillero. O no hubo tal acuerdo al cierre del quinto ciclo de negociaciones en México o el país entendió mal o el Eln se voltea de nuevo.

Hace apenas diez días se anunciaba el fin del secuestro con fines extorsivos, aunque nada se decía sobre la suerte de quienes aún están en su poder, unas 39 personas, según informes oficiales. Hoy se condiciona esa posibilidad a una prórroga del cese al fuego bilateral, que por ahora está pactado hasta el 30 de enero próximo, y a que se garantice la financiación de esa guerrilla.

Es el cinismo con el que desde el primer intento el Ejército de Liberación Nacional ha manipulado el anhelo sincero de los colombianos por ponerle fin al conflicto armado en el país. Y lo hace con el que es uno de los más execrables delitos de lesa humanidad, que viola las normas más elementales del Derecho Internacional Humanitario.

¿Cómo creer en las buenas intenciones de una organización dedicada a los peores crímenes, al terrorismo, al narcotráfico, a la minería ilegal, que además arrasa con la vida humana, con la dignidad de Colombia, con sus recursos naturales? No parece haber en las conductas del Eln el menor asomo de disposición por llegar a unos principios de acuerdo que conduzcan a la paz, y sí el propósito de aprovecharse del empeño del gobierno de Gustavo Petro por conseguirla a como dé lugar.

El deseo de todos es vivir en una nación tranquila, en la que se respeten la vida, la integridad y las libertades. Frente a la violencia, el terrorismo o el secuestro, el Estado colombiano no puede ceder un ápice, ni siquiera a nombre de una paz total que aún se vislumbra lejana y que hoy por hoy parece ser el objeto de burlas del Eln.

AHORA EN Editorial